El mercader de Venecia
Para cortejar a la rica y bella Porcia, Bassanio pide tres mil ducados a su amigo Antonio, el mercader de Venecia. Pero Antonio no tendrá dinero en efectivo hasta que sus barcos regresen de la mar, y para ayudar a su amigo se ve obligado a pedirle un préstamo a Shylock, un usurero judío famoso por sus altas tasas de interés. Shylock le deja el dinero con una condición: si Antonio no paga el préstamo en la fecha acordada, tendrá derecho a una libra de su carne.
Esta obra se imprimió por vez primera en 1600 bajo el título de La cómica historia del Mercader de Venecia, también llamada El Judío de Venecia, y es que, si bien la pieza se recuerda ante todo por el personaje de Shylock, víctima con apariencia de verdugo, Shakespeare sorprende constantemente con una mezcla originalísima de elementos cómicos, trágicos, románticos y líricos, que anticipa la suprema madurez de sus llamadas «obras últimas» (Cuento de invierno y La tempestad).
A Shylock, tan impotente como patético, lo acompaña una rica galería de perdedores: entre ellos, Antonio es sin duda el más significativo. Su figura cristiana, sobria, sacrificial, alcanza cotas de profundidad que el dramaturgo solo igualó en Hamlet o Como os guste. La que los domina a todos ellos, la verdadera protagonista de la obra, es Porcia, una de las grandes creaciones femeninas de Shakespeare; prototipo de mujer inteligente, culta y valerosa, que desafía la crueldad de los hombres con actitudes y trampas más propiamente masculinas. Como telón de fondo encontramos la Venecia de las intransigencias raciales, el odio religioso y la primacía del dinero; una ciudad que no nos parecerá, por desgracia, ni tan distinta ni tan distante de otros lugares y sociedades de nuestra más amenazadora actualidad.
Sinopsis
Para cortejar a la rica y bella Porcia, Bassanio pide tres mil ducados a su amigo Antonio, el mercader de Venecia. Pero Antonio no tendrá dinero en efectivo hasta que sus barcos regresen de la mar, y para ayudar a su amigo se ve obligado a pedirle un préstamo a Shylock, un usurero judío famoso por sus altas tasas de interés. Shylock le deja el dinero con una condición: si Antonio no paga el préstamo en la fecha acordada, tendrá derecho a una libra de su carne.
Esta obra se imprimió por vez primera en 1600 bajo el título de La cómica historia del Mercader de Venecia, también llamada El Judío de Venecia, y es que, si bien la pieza se recuerda ante todo por el personaje de Shylock, víctima con apariencia de verdugo, Shakespeare sorprende constantemente con una mezcla originalísima de elementos cómicos, trágicos, románticos y líricos, que anticipa la suprema madurez de sus llamadas «obras últimas» (Cuento de invierno y La tempestad).
A Shylock, tan impotente como patético, lo acompaña una rica galería de perdedores: entre ellos, Antonio es sin duda el más significativo. Su figura cristiana, sobria, sacrificial, alcanza cotas de profundidad que el dramaturgo solo igualó en Hamlet o Como os guste. La que los domina a todos ellos, la verdadera protagonista de la obra, es Porcia, una de las grandes creaciones femeninas de Shakespeare; prototipo de mujer inteligente, culta y valerosa, que desafía la crueldad de los hombres con actitudes y trampas más propiamente masculinas. Como telón de fondo encontramos la Venecia de las intransigencias raciales, el odio religioso y la primacía del dinero; una ciudad que no nos parecerá, por desgracia, ni tan distinta ni tan distante de otros lugares y sociedades de nuestra más amenazadora actualidad.