Tras el asesinato de Julio César y la batalla de Filipos, Marco Antonio, César Octavio y Lépido se reparten el dominio del mundo conocido. Sin embargo, Antonio queda cautivado por Cleopatra, reina de Egipto, y descuida sus responsabilidades políticas para pasar tiempo con ella en Alejandría. El consiguiente escándalo llega a ser un tema de murmuración en Roma, y causa una ruptura entre Antonio y el joven César Octavio. Con la muerte de la esposa de Antonio y el desafío de Pompeyo al poder del triunvirato, los hechos se precipitan: Antonio se ve obligado a regresar a Roma para retomar sus deberes y, para consolidar la alianza con César, se casa con su hermana Octavia. El enlace despierta un furibundo ataque de celos en Cleopatra.

Antonio y Cleopatra es una obra exuberante, en la que los pasajes bélicos y los eróticos se funden de un modo sorprendente con las escenas cómicas, y en la que se pone de manifiesto, además, la agudeza y el atrevimiento de una protagonista femenina equiparable a la Helena de Sueño de una noche de verano, la Beatriz de Mucho ruido y pocas nueces, la Rosalinda de Como os guste o la Porcia de El mercader de Venecia.

La obra se estructura en torno a una serie de oposiciones: entre lo femenino y lo masculino, el deseo y el deber, el lecho y el campo de batalla, la edad adulta y la juventud y, sobre todo, Egipto y Roma. Si la romanidad encarna la capacidad de control de las pasiones dentro de los límites de la razón, en Egipto el amor se imagina como algo que no puede ni debe ser refrenado ni medido y cuyo poder es infinito.

Antonio y Cleopatra es una de las tragicomedias esenciales de Shakespeare, escrita en plena madurez del autor. En ella, las tramas políticas y el reparto del mundo a manos de los poderosos se engarzan con la más sensual historia de amor pasional de su obra, logrando en la pareja protagonista, y en las figuras que la rodean o acechan, algunos de sus más arrebatadores y poéticos perfiles dramáticos.