Una muerte roja
«Confirma a su autor como uno de los grandes descubrimientos de la novela policíaca de los años noventa» (Mike Ripley, Daily Telegraph).
Easy Rawlins salió bien librado de sus encuentros con un demonio vestido de azul y, además, con un buen puñado de dólares. Los invirtió muy sabiamente, y ahora es dueño de varias casas de apartamentos, y vive de las rentas. Nadie sabe que él es el propietario, pues Easy hace de portero, se encarga de la limpieza y el mantenimiento de los edificios y también se hace el tonto, y deja que el gordo señor Mofass, el administrador, se ocupe de cobrar la renta y apremiar a los inquilinos. Easy, no obstante, sabe que para los negros éste es un mundo muy difícil, sobre todo para los negros pobres que aspiran a serlo un poco menos. Los impuestos le acosan y, para defender sus propiedades, se ve obligado a aceptar el «trabajo» que le proporciona el F.B.I., que consiste en infiltrarse en la Primera Iglesia Baptista Africana, espiar a sus pastores y feligreses, y al rojo Chaim Wenzler, un judío superviviente de los campos de concentración nazis, que ahora hace beneficiencia para la muy negra iglesia baptista.
Walter Mosley, inscrito en la gran tradición de Dashiell Hammett y Chester Himes, ha sabido encontrar un estilo absolutamente propio, cáustico, irónico y de una notable eficacia y economía. En Una muerte roja, Easy Rawlins, su héroe habitual, un detective negro al que el poder blanco intenta manipular, se mueve como un pez en las oscuras aguas de los Estados Unidos de los años cincuenta, tiempos de guerra fría, caza de brujas y el nacimiento de las grandes organizaciones negras.
«Una novela tan caliente que quema las manos, de urticantes diálogos y coloridos escenarios. Las novelas de Mosley producen adicción» (Frances Fyfield, The Evening Standard).
«Confirma a su autor como uno de los grandes descubrimientos de la novela policíaca de los años noventa» (Mike Ripley, Daily Telegraph).
«Mosley utiliza las convenciones de la novela negra para recrear con mano maestra la historia de una sociedad» (Bill Ott, Booklist).
«El colorido y fascinante mundo de Easy Rawlins es a la vez exótico y verosímil, lleno de personajes memorables y de situaciones moralmente complicadas» (Tom Nolan, The Wall Street Journal).
«Sólida y extraordinariamente entretenida... un retrato notable de una época y una comunidad. Easy Rawlins es un hombre negro en un mundo que no está dispuesto a aceptarlo como tal. Mosley, con su original talento, está creando un clásico del género» (Publishers Weekly).
Sinopsis
Easy Rawlins salió bien librado de sus encuentros con un demonio vestido de azul y, además, con un buen puñado de dólares. Los invirtió muy sabiamente, y ahora es dueño de varias casas de apartamentos, y vive de las rentas. Nadie sabe que él es el propietario, pues Easy hace de portero, se encarga de la limpieza y el mantenimiento de los edificios y también se hace el tonto, y deja que el gordo señor Mofass, el administrador, se ocupe de cobrar la renta y apremiar a los inquilinos. Easy, no obstante, sabe que para los negros éste es un mundo muy difícil, sobre todo para los negros pobres que aspiran a serlo un poco menos. Los impuestos le acosan y, para defender sus propiedades, se ve obligado a aceptar el «trabajo» que le proporciona el F.B.I., que consiste en infiltrarse en la Primera Iglesia Baptista Africana, espiar a sus pastores y feligreses, y al rojo Chaim Wenzler, un judío superviviente de los campos de concentración nazis, que ahora hace beneficiencia para la muy negra iglesia baptista.
Walter Mosley, inscrito en la gran tradición de Dashiell Hammett y Chester Himes, ha sabido encontrar un estilo absolutamente propio, cáustico, irónico y de una notable eficacia y economía. En Una muerte roja, Easy Rawlins, su héroe habitual, un detective negro al que el poder blanco intenta manipular, se mueve como un pez en las oscuras aguas de los Estados Unidos de los años cincuenta, tiempos de guerra fría, caza de brujas y el nacimiento de las grandes organizaciones negras.