La fiesta de Gerald

Título descatalogado.

Gerald y su mujer invitan a sus amigos a una party, que empieza de forma convencional —o así lo parece—, pero que muy pronto se transforma en una noche que nadie olvidará.

De repente se descubre el cadáver de una mujer. Gritos, lágrimas, teléfono, policía. Empieza la investigación. O mejor: la fiesta. Los invitados llegan y desaparecen, se equivocan de puerta o de pareja; los policías, enloquecidos, apalean a los testigos; aparecen más cadáveres, el protagonista intenta desesperadamente aislarse en un rincón tranquilo con una joven. Mascaradas, circo, delirios lúbricos, ritos orgiásticos, carnaval funerario: una fiesta salvaje y descontrolada donde realidad y alucinaciones se funden en una helada parodia de la vida.

«Nunca se había escrito nada parecido a La fiesta de Gerald. Una novela extraordinariamente inteligente y divertida.» (Walter Abish)

«Robert Coover ha escrito lo que pintó Jerónimo Bosco, y su obra es igualmente seductora, posee su misma hermosura maligna. La fiesta de Gerald es una obra audaz y valiente, y despierta mi rendida admiración.» (William Gass)

«Si Agatha Christie, en una pesadilla inducida por el LSD, hubiera imaginado una comedia policíaca, y si Freud y los hermanos Marx la hubieran representado en un teatro de revistas, con diálogos adicionales de Beckett, escenografía de Dalí, casting de Berger y Pynchon y programa escrito por Sartre, el resultado sería muy parecido a La fiesta de Gerald. Pero Coover es Coover —obsceno, demoníaco, brillante, paradójico y refinado—, y La fiesta de Gerald es un Coover de la mejor cosecha.» (Michael Malone)

«La fiesta de Gerald es perfectamente interpretable como una alegoría de la descomposición de una sociedad aparentemente liberal y progresista, pero en realidad volcada hacia los placeres más banales y superficiales.» (Masolino d'Amico, Tuttolibri)

«En esta gran novela erótica y antierótica, real y surreal, social y onírica, satírica y trágica, el lector es constreñido a abandonarse a una lectura insaciable que le atiborra obligadamente de sensaciones, tal como Gerald y su esposa atiborran de alcohol y comida a sus invitados.» (Guido Almansi)

«Un talento enorme, una energía increíble.» (Bernard Géniès, Le Nouvel Observateur)