En lengua materna
«Un argumento que enorgullecería a John Le Carré, narrado con la sutileza y la riqueza de matices de un gran escritor. Un debut impresionante» (James Marcus, New York Newsday).
Henry Park tiene poco más de treinta años, es hijo de inmigrantes coreanos y ya no vive con Lelia, su mujer americana. Ella, antes de abandonarlo le ha dejado una lista en la que enumera sus «cualidades»: maravilloso en la cama pero extranjero emocional, neoamericano, traidor, espía...
Y Henry es todo eso, y también un inteligente espectador de su propia vida y de las vidas ajenas, un casi americano que a pesar de su perfecto inglés, de sus estudios universitarios, de su estatuto de clase media alta, vive en una suerte de extrañamiento sutil, que hace que su estar en el mundo sea una perfecta simulación, un papel en el que el actor nunca es enteramente eso que finge ser, pero tampoco es otro diferente del personaje que interpreta. Y, extranjero hasta de sí mismo, Henry Park ha desarrollado un notable talento para confundirse con todos los paisajes, para adoptar los cambiantes colores y discursos de un camaleón, cualidades que le hacen el espía perfecto en una organización privada que investiga -por encargo de multinacionales o de servicios de inteligencia extranjeros- a inmigrantes que por sus actividades políticas, sociales o económicas se han vuelto demasiado visibles, y hasta molestos, para los intereses de los clientes de la organización.
El último trabajo de Henry Park fue junto a un psicoanalista y disidente político filipino, y casi fracasó cuando su identidad falsa comenzó a confundirse con la verdadera, y la historia que le contaba al analista comenzó a ser la suya propia. Pero ahora, infiltrado entre los colaboradores de un destacado político coreano-americano, candidato a la alcaldía de Nueva York, tiene la oportunidad de demostrar que aquello sólo fue un traspié ocasional y que aún puede caminar sin tropiezos por el delgado filo entre ficción y realidad, entre su verdadera voz y las voces que simula hablar...
«Una novela elíptica absorbente, bellísima» (The New Yorker).
«Un argumento que enorgullecería a John Le Carré, narrado con la sutileza y la riqueza de matices de un gran escritor. Un debut impresionante» (James Marcus, New York Newsday).
«Una primera novela espléndida, excepcionalmente bien escrita, de un inteligente suspense, conmovedora y estimulante» (Thomas Mallon, GQ).
«Lee describe con mano maestra la posición de un extranjero, de un emigrante, que observa sin participar el anhelo de un marginado por tener un lugar, una identidad... Una fascinante, muy inteligente vuelta de tuerca en la ficción americana de primera generación» (Kirkus Review).
«Una obra de una tremenda elegancia y perturbadora resonancia» (Voice Literary Supplement).
«Una de las óperas primas más provocativas y profundamente sentidas de los últimos años... La novela tiene el ímpetu arrollador de las mejores obras de Paul Auster» (Vanity Fair).
Sinopsis
Henry Park tiene poco más de treinta años, es hijo de inmigrantes coreanos y ya no vive con Lelia, su mujer americana. Ella, antes de abandonarlo le ha dejado una lista en la que enumera sus «cualidades»: maravilloso en la cama pero extranjero emocional, neoamericano, traidor, espía...
Y Henry es todo eso, y también un inteligente espectador de su propia vida y de las vidas ajenas, un casi americano que a pesar de su perfecto inglés, de sus estudios universitarios, de su estatuto de clase media alta, vive en una suerte de extrañamiento sutil, que hace que su estar en el mundo sea una perfecta simulación, un papel en el que el actor nunca es enteramente eso que finge ser, pero tampoco es otro diferente del personaje que interpreta. Y, extranjero hasta de sí mismo, Henry Park ha desarrollado un notable talento para confundirse con todos los paisajes, para adoptar los cambiantes colores y discursos de un camaleón, cualidades que le hacen el espía perfecto en una organización privada que investiga -por encargo de multinacionales o de servicios de inteligencia extranjeros- a inmigrantes que por sus actividades políticas, sociales o económicas se han vuelto demasiado visibles, y hasta molestos, para los intereses de los clientes de la organización.
El último trabajo de Henry Park fue junto a un psicoanalista y disidente político filipino, y casi fracasó cuando su identidad falsa comenzó a confundirse con la verdadera, y la historia que le contaba al analista comenzó a ser la suya propia. Pero ahora, infiltrado entre los colaboradores de un destacado político coreano-americano, candidato a la alcaldía de Nueva York, tiene la oportunidad de demostrar que aquello sólo fue un traspié ocasional y que aún puede caminar sin tropiezos por el delgado filo entre ficción y realidad, entre su verdadera voz y las voces que simula hablar...