Divertimento 1889
Una deliciosa opereta italiana que parece merecer la música de Offenbach, una refinada y humorística divagación donde los personajes son a la vez décor y protagonistas y en la que se traza del rudo héroe Umberto I un retrato de extraordinaria agudeza. Divertimento 1889, una novela que podría subtitularse «la felicidad privada de un rey», está escrita con «la fascinación del estado de gracia» (Giulio Nascimbeni).
¿Cómo puede evadirse un monarca de sus deberes reales, que se manifiestan por lo general como una opresiva burocracia? Esta es la pregunta que revolotea en la mente de Umberto I apenas se le presenta la ocasión de tratar directamente un asunto ventajoso para las inciertas finanzas de la Real Casa con una misteriosa y seductora dama tudesca, y además en Suiza y ¡de incógnito!
Las delicias del incógnito son para el rey lo más exótico y embriagador que pueda reservarle la vida: así, decidido a defender su temporal libertad, asistido por un colorido séquito de cortesanos, sin los cuales no podría ni siquiera moverse, Umberto I atraviesa impávidamente el Gotardo, lanzándose a esta aventura financiera y galante, que amenza luego con arrastrarlo en una secuencia de intrigas y equívocos, implicando a personas completamente imprevistas, desde el inoportuno Káiser alemán a un no menos inoportuno periodista italiano.
Con un ritmo de implacable seguridad, escandiendo rigurosamente el tempo de las entradas y salidas como un perfecto maestro de danza, dirigiendo con delicadeza los acontecimientos hacia lo grotesco, Morselli ha tejido una novela que concuerda perfectamente con su título y parece restituir discretamente a la vida un mundo que quizá merece ser recordado por estas sus empresas más fútiles.
«Un escritor muy original que tiene detrás de sí la mejor cultura literaria del siglo XX europeo; y lo demuestra. Pero demuestra también su vocación muy especial, que consiste en transformar en divertimento esa misma cultura que si tiene un defecto sería el de ser un poco demasiado seria y, por decirlo así, tardo-wagneriana. No es el caso de Morselli» (Luigi Bandacci).
Sinopsis
Una deliciosa opereta italiana que parece merecer la música de Offenbach, una refinada y humorística divagación donde los personajes son a la vez décor y protagonistas y en la que se traza del rudo héroe Umberto I un retrato de extraordinaria agudeza. Divertimento 1889, una novela que podría subtitularse «la felicidad privada de un rey», está escrita con «la fascinación del estado de gracia» (Giulio Nascimbeni).
¿Cómo puede evadirse un monarca de sus deberes reales, que se manifiestan por lo general como una opresiva burocracia? Esta es la pregunta que revolotea en la mente de Umberto I apenas se le presenta la ocasión de tratar directamente un asunto ventajoso para las inciertas finanzas de la Real Casa con una misteriosa y seductora dama tudesca, y además en Suiza y ¡de incógnito!
Las delicias del incógnito son para el rey lo más exótico y embriagador que pueda reservarle la vida: así, decidido a defender su temporal libertad, asistido por un colorido séquito de cortesanos, sin los cuales no podría ni siquiera moverse, Umberto I atraviesa impávidamente el Gotardo, lanzándose a esta aventura financiera y galante, que amenza luego con arrastrarlo en una secuencia de intrigas y equívocos, implicando a personas completamente imprevistas, desde el inoportuno Káiser alemán a un no menos inoportuno periodista italiano.
Con un ritmo de implacable seguridad, escandiendo rigurosamente el tempo de las entradas y salidas como un perfecto maestro de danza, dirigiendo con delicadeza los acontecimientos hacia lo grotesco, Morselli ha tejido una novela que concuerda perfectamente con su título y parece restituir discretamente a la vida un mundo que quizá merece ser recordado por estas sus empresas más fútiles.
«Un escritor muy original que tiene detrás de sí la mejor cultura literaria del siglo XX europeo; y lo demuestra. Pero demuestra también su vocación muy especial, que consiste en transformar en divertimento esa misma cultura que si tiene un defecto sería el de ser un poco demasiado seria y, por decirlo así, tardo-wagneriana. No es el caso de Morselli» (Luigi Bandacci).