Amistad profana
Harold Brodkey dedicó gran parte de su vida a escribir la monumental El alma fugitiva. Finalizada esta hazaña y antes de morir, completó una segunda novela, Amistad profana, que es el testamento literario de un escritor imprescindible.
Venecia es el escenario de una amistad, de un amor, que el libro retrata en tres tiempos. En los años treinta, en la Italia del ascendente fascismo, Niles O'Hara, un chico norteamericano hijo de un escritor expatriado, conoce a un muchacho veneciano, Giangiacomo Gallieni. El estallido de la guerra los separa. En la década de los cuarenta se produce el reencuentro, cuando la familia norteamericana regresa a una Venecia muy distinta de la que dejaron. Niles recupera al amigo de infancia, que durante la contienda ha descubierto el horror y también la sexualidad, y la amistad se transforma en atracción homoerótica. De nuevo sus destinos se separan y ya en el presente se reencuentran por última vez cuando Niles, ahora escritor de prestigio, escribe un guión para Giangiacomo, que ha triunfado como actor. En esta hermosa novela, escrita con el concurso de una prosa llena de matices y sugerencias, Brodkey se adentra por última vez en los meandros del deseo, de la siempre difícil búsqueda del amor.
«Un escritor extraordinariamente dotado» (Michael Ratcliffe, The Observer).
«Este proyecto de Brodkey me ha atrapado, me han fascinado sus logros, su inteligencia y su ritmo» (M. Wood, The New York Times Book Review).
«Una obra situada bajo la triple ambigüedad de Venecia, de la adolescencia y de la homosexualidad... Pocas veces se han consagrado tantas y tan específicas páginas a diseccionar la búsqueda del amor, la total complicidad de gestos y caricias... Harold Brodkey logra un estilo de un límpido barroquismo en el que despunta el fluir onírico de la poesía» (Christiane Lesparre, Le Magazine Littéraire).
«Una novela de gran calidad, repleta de momentos gloriosos» (Philip Hensher, The Guardian).
«Aunque más modesta en proporciones que El alma fugitiva, no por ello su proyecto es menos ambicioso; diferente y al mismo tiempo parecido, ya que reencontramos el combate de la escritura y de la memoria» (Brigitte Félix, La Quinzaine Littéraire).
Sinopsis
Harold Brodkey dedicó gran parte de su vida a escribir la monumental El alma fugitiva. Finalizada esta hazaña y antes de morir, completó una segunda novela, Amistad profana, que es el testamento literario de un escritor imprescindible.
Venecia es el escenario de una amistad, de un amor, que el libro retrata en tres tiempos. En los años treinta, en la Italia del ascendente fascismo, Niles O'Hara, un chico norteamericano hijo de un escritor expatriado, conoce a un muchacho veneciano, Giangiacomo Gallieni. El estallido de la guerra los separa. En la década de los cuarenta se produce el reencuentro, cuando la familia norteamericana regresa a una Venecia muy distinta de la que dejaron. Niles recupera al amigo de infancia, que durante la contienda ha descubierto el horror y también la sexualidad, y la amistad se transforma en atracción homoerótica. De nuevo sus destinos se separan y ya en el presente se reencuentran por última vez cuando Niles, ahora escritor de prestigio, escribe un guión para Giangiacomo, que ha triunfado como actor. En esta hermosa novela, escrita con el concurso de una prosa llena de matices y sugerencias, Brodkey se adentra por última vez en los meandros del deseo, de la siempre difícil búsqueda del amor.
«Un escritor extraordinariamente dotado» (Michael Ratcliffe, The Observer).
«Este proyecto de Brodkey me ha atrapado, me han fascinado sus logros, su inteligencia y su ritmo» (M. Wood, The New York Times Book Review).
«Una obra situada bajo la triple ambigüedad de Venecia, de la adolescencia y de la homosexualidad... Pocas veces se han consagrado tantas y tan específicas páginas a diseccionar la búsqueda del amor, la total complicidad de gestos y caricias... Harold Brodkey logra un estilo de un límpido barroquismo en el que despunta el fluir onírico de la poesía» (Christiane Lesparre, Le Magazine Littéraire).
«Una novela de gran calidad, repleta de momentos gloriosos» (Philip Hensher, The Guardian).
«Aunque más modesta en proporciones que El alma fugitiva, no por ello su proyecto es menos ambicioso; diferente y al mismo tiempo parecido, ya que reencontramos el combate de la escritura y de la memoria» (Brigitte Félix, La Quinzaine Littéraire).