Ágata ojo de gato
Ágata ojo de gato

Ágata ojo de gato

Un territorio hermoso e inhóspito, infernal y edénico a la vez, como regido por una extraña y antigua sacralidad, sirve de escenario al desarrollo de una especie de epopeya cuyos protagonistas tienen algo de alegorías sociales de la fatalidad. Allí donde la historia y la leyenda se confunden en un común fondo primigenio, se articulan unos hechos de irregulares conexiones con la realidad. La aparición de un enigmático extranjero que deja a sus descendientes una secreta e ilegítima riqueza, marca el inicio de un dominio territorial que conducirá inexorablemente a la bancarrota. El viejo mito de la tierra-madre, de la tierra que aniquila a quien pretende ultrajarla, se materializa aquí en un territorio de arcaica pureza que puede identificarse con el Coto de Doñana y que acaba vengándose de sus fraudulentos usurpadores.

Ágata ojo de gato, que fue galardonada con el Premio de la Crítica, está considerada como una de las novelas más singulares y ambiciosas aparecidas con posterioridad al período del realismo social. Su extraordinaria prosa parece generarse a través del contagio con el esplendor y la podredumbre del mundo descrito. La experiencia del lenguaje es tan significativa como la invención de un espacio narrativo donde la realidad queda sometida al quimérico ritual de una historia de resonancias arcádicas, cuyo despliegue envuelve al lector en la propia fascinación de esa naturaleza que es también, en parte, la protagonista del relato.

«Un libro hermoso, repleto de belleza verbal, desbordado por un texto lujurioso que inficiona cuanto toca» (Rafael Conte). 

«La riqueza meticulosa de la palabra, la trabajada y exacta andadura sintáctica se alían para expresar ese mundo onírico pero asentado en un muy concreto paisaje de la Andalucía atlántica, crudo y lujuriante, con personajes y argumento que tiran misteriosamente de la atención del lector» (Emilio Alarcos Llorach). 

«Caballero Bonald, discípulo a distancia de don Luis de Góngora, ornamenta su prosa no sólo con los recursos habituales de la retórica, sino con los de la sintaxis. Sin decir "aquí estoy yo", está presente con su personalidad de poeta desde las primeras palabras del libro» (Gonzalo Torrente Ballester).

«El lector se encuentra sumergido de inmediato en la elegancia de un estilo construido a partir de una escritura hermosísima» (Luis Suñén).

«La obra de madurez de un gran escritor, a quien el impulso mágico de la poesía ha llevado a construir una espléndida novela... Una de las prosas más ricas, más flexibles, más llenas de modulaciones que se hayan escrito en España en muchos años» (Javier Alfaya).

ISBN978-84-339-0943-5
EAN9788433909435
PVP CON IVA12.9 €
NOTA DE LA EDITORIALNo disponible. La editorial indica que está descatalogado o agotado indefinidamente
NÚM. DE PÁGINAS302
COLECCIÓNNarrativas hispánicas
CÓDIGONH 133
PUBLICACIÓN01/04/1992
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José Manuel Caballero Bonald

José Manuel Caballero Bonald

José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera1926 - Madrid 2021). Su padre era cubano y su madre pertenecía a una rama de la familia del vizconde de Bonald -el filósofo tra­dicionalista francés- radicada en Andalucía desde fines de siglo. Estudió Náutica en Cádiz y Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid. Fue profe­sor de literatura española en la Universidad Na­cional de Columbia y en el Brynn Mawr College y trabajó en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española.
Escribió nueve libros de poesía, entre ellos Las horas muertas (premio Boscán y premio de la Crítica 1958), Descrédito del héroe (premio de la Crítica 1977) y Laberinto de Fortuna, y de las novelas Dos días de setiem­bre (premio Biblioteca Breve 1962), Ágata ojo de gato (premio de la Crítica 1974), Toda la noche oyeron pasar pájaros (premio Ateneo de Sevi­lla 1981), En la casa del padre (premio Plaza & Janés 1988) y Campo de Agramante, que han sido traducidas a diferentes idiomas y están sien­do publicadas en esta colección. Fue también pre­mio Pablo Iglesias de las Letras 1978 y premio Andalucía de las Letras 1994.

Foto © Juan Carlos Cazalla, 1994.