22/06/2021
Empieza a leer 'Todo lo que hay que saber acerca de los zombis' de Roberto Gárriz y Camille Vannier


CÓMO EVITAR UNA INVASIÓN ZOMBI


Introducción

La población mundial actual se calcula en 7.600.000.000 habitantes.

Según un estudio del Population Reference Bureau firmado por Carl Haub, titular de la Cátedra de Información sobre Población Conrad Taeuber, tomando el año 50.000 a. C. como momento aproximado en el que aparece el Homo sapiens en la Tierra, y calculando el desarrollo poblacional a base de especular con los nacimientos que se fueron sucediendo en las distintas épocas, se llega a la cifra de 106.457.752.669 personas nacidas en el planeta. De esa cifra impresionante, los 7.600.000.000 que vivimos hoy representamos apenas el 7 %. El resto ha fallecido.

Resulta elemental, entonces, entender que a nada debería temer más la humanidad que a una confrontación con un ejército de muertos, que, además de superarnos ampliamente en número, pueden pelear hasta las últimas consecuencias, pues tienen una moral de combate altísima: la de aquellos que no tienen nada que perder. 

Así lo han advertido los organismos de defensa de los países más desarrollados, que, conocedores de la amenaza, estudian en el mayor secreto estrategias para enfrentarla. El G7 tiene protocolos de seguridad que se activan ante las distintas calamidades. Un escape nuclear, un ataque desde el espacio, una catástrofe climática, un bote lleno de inmigrantes o la victoria de un payaso en unas elecciones.

Para cada amenaza hay una oficina que se encarga de coordinar la defensa, ya sea que haya que responder en forma local o que se trate de articular una estrategia internacional. Esos protocolos también contemplan la posibilidad de una invasión zombi.

Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se dedica a combatir las enfermedades, pero, sobre todo, a reducir los índices de mortalidad. Es un primer paso para disminuir la desproporción entre el número de seres humanos vivos y el de los eventuales combatientes enemigos muertos. Pero no es el único.


Qué es un zombi

Los zombis son cuerpos de personas humanas fallecidas contaminados con un virus que los dota de movimiento. Técnicamente no están vivos, pues su corazón y su aparato respiratorio no funcionan. Por eso se les dice «no muertos», para diferenciarlos de los seres vivos, y en el contexto de este estudio se les dirá también «muertos», si bien no comparten la «paz eterna» que se les reserva en situaciones comunes a los seres humanos para su descanso final.


Formas de contagio

El virus se transmite entre los vivos por efecto de mordeduras o por su introducción en el torrente sanguíneo. Su primera consecuencia es la muerte de la víctima, y, pasados unos instantes, la conversión de ese muerto en zombi.

En combinación con la materia orgánica del suelo, el virus penetra las capas más superficiales de los terrenos, y si entra en contacto con cadáveres sepultados, los dota de los mismos movimientos y características de los contagiados que fallecieron a causa de las heridas producidas por los infectados con este virus.

El método de ataque zombi es exclusivamente la mordedura. Lo que no es poco.


Características 

Los zombis son sensibles al sonido, sobre todo a los registros muy agudos y a las vibraciones. Desde el punto de vista oftalmológico lucen derrames en la esclera del globo ocular, y las pupilas de colores extraños. Poseen una visión periférica pobre y una miopía grave. Su lenguaje está basado en los sonidos guturales, y tienen un nivel cognitivo insuficiente y un déficit de atención casi permanente. Su mayor ambición es la captura y evisceración de humanos y animales a los efectos de ingerir toda la carne posible. Esta ingesta la realizan en forma inmediata, sin someter la carne a ningún tipo de cocción ni seguir ninguna receta, a la vez que prefieren no sazonar ni condimentar o aderezar, acaso para evitar demoras.

Tienen una resistencia física ilimitada. Resisten la inmersión en agua o cualquier otro líquido, las apneas parciales y el déficit de oxígeno, toda vez que prescinden del sistema respiratorio.

Se mueven en forma torpe y llevan sus prendas de vestir rotas y sucias, por lo general de sangre, pues no tienen especial interés por la moda o por el aseo, ni apego por la elegancia. Prescinden de peinados y afeites. 

El zombi muere definitivamente y para siempre cuando su cerebro es atravesado, ya sea por un elemento punzante o por un proyectil. Asimismo, su camino termina una vez que la cabeza es separada del cuerpo.


Combatiendo al zombi

Los métodos utilizados para pelear en las guerras convencionales han demostrado su ineficacia a la hora de lidiar con los no muertos. Los famosos detectores de calor, que resultaron un enorme avance para localizar seres humanos a distancia, han fracasado con los zombis, dado que por su sistema circulatorio no corre sangre caliente y en su masa corporal la temperatura solo sube a partir del roce, no por las características propias del funcionamiento de órganos y músculos, y esa temperatura no es lo suficientemente alta para ser detectada por los equipos más sensibles. Las imágenes captadas por drones tampoco han sido de ayuda, pues los operadores registran la torpeza en el andar, cierta palidez y el descuido en los outfits, pero no pueden asegurar que no se trate de una moda en los países nórdicos. Nadie ordenaría disparar ante la duda de que los objetivos fueran personas con vida, o apenas no no muertos.

Algunos artilugios más antiguos, como el aparato de visión nocturna, por ejemplo, han resultado más valiosos. Los zombis no necesitan ese tipo de artefactos y carecen de la habilidad y la coordinación suficientes para acomodarse el implemento ajustándolo alrededor de sus cabezas. Los no muertos caminan de noche en forma normal; mejor dicho, en la forma aparatosa en que caminan siempre, sin problemas, sin el miedo que naturalmente trae la oscuridad, ya sea a apariciones repentinas o a fantasmas. En la experiencia de lucha de campo puede reconocerse un zombi cuando aparece justamente porque se mueve con cierta naturalidad por las noches más oscuras sin necesidad del visor.

En cuanto a los objetivos estratégicos de toda guerra tradicional (usinas eléctricas, refinerías de petróleo, arsenales militares, aeropuertos y demás), hay que tener presente que los zombis desconocen los antecedentes, el estudio y la planificación militar, y tan solo buscan seres vivos para comer. Es por eso que la mayor automatización de las plantas energéticas redunda en una ventaja considerable. No habrá que distraer tropas para el cuidado de los objetivos más importantes, sino todo lo contrario: alejar a los seres humanos y a los animales de allí para disminuir las chances de que atraigan a los no muertos. 

También deberá tenerse muy en cuenta que este enemigo singular no toma prisioneros ni deja a sus contrarios fuera de combate, sino que al matarlos los pasa a su lado. Este dato no es menor. En una guerra convencional, las bajas de un bando son muertos, y quedan, por lo tanto, fuera de la contienda. En este caso, las bajas humanas mueren, sí, pero inmediatamente pasan a integrarse en el ejército zombi. Es fácil imaginar lo problemático que es este factor cuando el combate se produce en los núcleos altamente poblados.

 

Todo lo que hay que saber acerca de los zombis

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