Los ojos del bosque
Los ojos del bosque

Los ojos del bosque

En los inicios de la Segunda Guerra Mundial, un joven oficial francés, Grange, es destinado a defender una posición en las Ardenas para impedir el paso de las tropas acorazadas alemanas. Durante estos meses del invierno 1939-1940, Grange vive la calma aparente de la drôle de guerre con una profunda sensación de irrealidad, aunque a ráfagas insinúe un temor oscuro, una sorda amenaza.

En esta novela, como en todas las de Gracq, se describe esencialmente una búsqueda interior. Grange rompe todas las ataduras que le retenían al pasado, para situarse en una especie de isla, un lugar cerrado, un espacio iniciático, simbolizado por el búnker, donde accede a una vida reconciliada y dichosa.  Finalmente, aunque Grange rehúsa la Historia, ésta no le olvida y, bajo la forma de la guerra, lo alcanza de lleno.

En el curso de su búsqueda, Grange encuentra a Mona, un amor sereno que le incita a cortar las amarras y regresar a una vida plenamente acorde con la naturaleza, el bosque, la mujer: unos instantes vividos de forma tan plena e inmóvil como para redescubrir la dimensión de la eternidad y reecontrar, para siempre, el Edén.

Escrita con una prosa suntuosa, cuya seducción proviene de una bien orquestrada musicalidad y, más aún, de una infatigable voluntad metafórica, Los ojos del bosque ilustra soberbiamente la concepción de la literatura según un escritor tan alérgico al realismo como Julien Gracq: la novela debe ser obra de la imaginación en el sentido más fuerte y riguroso del término.

ISBN978-84-339-3047-7
EAN9788433930477
PVP CON IVA7.80 €
NÚM. DE PÁGINAS200
COLECCIÓNPanorama de narrativas
CÓDIGOPN 47
TRADUCCIÓNJacqueline, Rafael Conte
PUBLICACIÓN01/04/1984
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Julien Gracq

Julien Gracq

Julien Gracq (Maine-et-Loire, 1910 – Angers, 2007), pseudónimo de Louis Poirier, fue profesor de historia y geografía durante 35 años, hasta su jubilación. En su juventud estuvo vincuado a los surrealistas. Posteriormente llevó una vida muy apartada y esquiva, hasta el punto de rehusar el Premio Goncourt, en 1951, así como su nombramiento para la Académie Française.

Es autor de cuatro novelas: Au château d'Argol (1938), Un beaux ténébreux (1945), Le rivage des Syrtes (1951) y Un balcon en fôret (1958) , de las que André Breton afirmó que eran la primeras y quizás únicas novelas surrealistas, por sus intenciones, su atmósfera y en especial su universo imaginario y su extrema exigencia.

Publicó también, entre otros ensayos, La littérature à l'estomac, Lettrines y En lisant, en écrivant.