Corazones de oro
Relatos de vampirismo, paranoia, sionismo, incesto, sadismo, adulterio, fútbol, detectives, amor... Historias perversamente divertidas y nada pusilánimes, de las que rebosan inquietantes imágenes.
Los narradores conforman un grupo realmente poco ordinario: un enloquecido psiquiatra, un hombre con una invisible criatura montada a su espalda, un fotógrafo porno, un detective judío y varias almas desilusionadas.
Clive Sinclair ha creado un mundo retorcidamente atractivo en el que los neuróticos, los outsiders, se convierten en los interlocutores mejor equipados para enfrentarse a la rufeza de la vida. Y sus historias, al igual que las sorprendentes alcachofas del relato que da título al libro, tienen corazones de oro.
«Un libro extraordinariamente sexy, maligno, encantador, torturado. Estos cuentos crepitan de talento» (Jack Gillot, The Times).
«Unos cuentos muy divertidos, escritos con una combinación de bufonería a rueda libre y estrecho control: el resultado es el más original debut en prosa desde Los papeles de Rachel (1973), de Martin Amis, y Pimer amor, últimos ritos, de Ian McEwan... En él se reconcilian muchas tradiciones posibles: si usted puede imaginar a un Joseph Heller borgiano o a un Isaac Bashevis Singer nabokoviano, habrá capturado algo de su tono. Realmente sorprendente» (Malcolm Bradbury, The Times Literary Supplement.)
Sinopsis
Relatos de vampirismo, paranoia, sionismo, incesto, sadismo, adulterio, fútbol, detectives, amor... Historias perversamente divertidas y nada pusilánimes, de las que rebosan inquietantes imágenes.
Los narradores conforman un grupo realmente poco ordinario: un enloquecido psiquiatra, un hombre con una invisible criatura montada a su espalda, un fotógrafo porno, un detective judío y varias almas desilusionadas.
Clive Sinclair ha creado un mundo retorcidamente atractivo en el que los neuróticos, los outsiders, se convierten en los interlocutores mejor equipados para enfrentarse a la rufeza de la vida. Y sus historias, al igual que las sorprendentes alcachofas del relato que da título al libro, tienen corazones de oro.
«Un libro extraordinariamente sexy, maligno, encantador, torturado. Estos cuentos crepitan de talento» (Jack Gillot, The Times).
«Unos cuentos muy divertidos, escritos con una combinación de bufonería a rueda libre y estrecho control: el resultado es el más original debut en prosa desde Los papeles de Rachel (1973), de Martin Amis, y Pimer amor, últimos ritos, de Ian McEwan... En él se reconcilian muchas tradiciones posibles: si usted puede imaginar a un Joseph Heller borgiano o a un Isaac Bashevis Singer nabokoviano, habrá capturado algo de su tono. Realmente sorprendente» (Malcolm Bradbury, The Times Literary Supplement.)