De Madrid al cielo
Zenón no se detiene, raro es el día que no encuentra en su bolsillo calderilla para un café, o que le falta el aliento para emprender la rampa de la calle del Calvario; no se olvida de las letrillas de las canciones comprometidas que en otro tiempo cantó, pero está advertido, no tomará su propio declive por el declive de los tiempos, no echará las culpas ni se refugiará en los plurales.
Zenón es un autodidacta, su universidad han sido las cuatro hostias festivas de los grises en el campus de la Complutense, hoy meas donte te dejan y bebes agua del grifo donde te la dan, porque en Madrid no hay fuentes; pisas los charcos por el medio, cruzas los pasos de cebra sin tocar la raya, levantas la vista al cielo caprichoso y mariquita de Madrid y entonces dices eso de que la vida es una cuesta para abajo, y cantas aquello de que esta noche me emborracho bien, me mamo bien mamao, y entonas por el Charola, es cierto, Zenón, que no has cedido pero ya no dibujas bigotes en los billetes del Rey; de la torre de Telefónica a la del Pirulí no levantarás la vista ni te confundirás con los drogadictos, a cada quisque le revienta el cuerpo a su hora, subes y bajas las cuestas pero no te conviertes en un cínico; a fin de cuentas, ¿de qué te lamentas si no hay nadie en el mundo a quien de verdad envidies, si hasta las avecicas del parque llevan más carga que tú?
Sinopsis
Zenón no se detiene, raro es el día que no encuentra en su bolsillo calderilla para un café, o que le falta el aliento para emprender la rampa de la calle del Calvario; no se olvida de las letrillas de las canciones comprometidas que en otro tiempo cantó, pero está advertido, no tomará su propio declive por el declive de los tiempos, no echará las culpas ni se refugiará en los plurales.
Zenón es un autodidacta, su universidad han sido las cuatro hostias festivas de los grises en el campus de la Complutense, hoy meas donte te dejan y bebes agua del grifo donde te la dan, porque en Madrid no hay fuentes; pisas los charcos por el medio, cruzas los pasos de cebra sin tocar la raya, levantas la vista al cielo caprichoso y mariquita de Madrid y entonces dices eso de que la vida es una cuesta para abajo, y cantas aquello de que esta noche me emborracho bien, me mamo bien mamao, y entonas por el Charola, es cierto, Zenón, que no has cedido pero ya no dibujas bigotes en los billetes del Rey; de la torre de Telefónica a la del Pirulí no levantarás la vista ni te confundirás con los drogadictos, a cada quisque le revienta el cuerpo a su hora, subes y bajas las cuestas pero no te conviertes en un cínico; a fin de cuentas, ¿de qué te lamentas si no hay nadie en el mundo a quien de verdad envidies, si hasta las avecicas del parque llevan más carga que tú?