01/02/2025
Empieza a leer 'Los lobos del bosque de la eternidad' de Karl Ove Knausgård

 

A Michal

 

Él enjugará toda lágrima de sus ojos,
y ya no habrá muerte,
ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor,
porque las primeras cosas han pasado.

  

Helge

 

Acabo de escuchar el álbum de Status Quo Rockin’ All Over the World. Todavía estoy temblando. Lo ponía todo el tiempo cuando salió. Fue en 1977, y yo tenía once años. No lo había vuelto a oír desde entonces. Hasta ahora, que, sentado aburrido en la oficina, he empezado a recorrer hacia atrás la senda del tiempo, a través de bandas que me recordaban a otras bandas que me recordaban a otras bandas, y ha vuelto a aparecer en la pantalla delante de mí. Solo con ver la carátula he notado un escalofrío. La imagen del planeta Tierra, brillando en el espacio oscuro, con el nombre del grupo en una especie de letras eléctricas, y el título del álbum debajo, con una tipografía típica de ordenador, ¡uau! Pero ha sido al pulsar el play y empezar a escucharlo cuando me he quedado noqueado. Recordaba todas las canciones, era como si las melodías y los riffs escondidos en mi subconsciente emergieran para reconectar con sus orígenes, sus padres, esas viejas canciones de Status Quo a las que pertenecían. Y no solo eso. Con ellas ha llegado además una marea de recuerdos, todos juntos: multitud de sabores, olores, visiones, sucesos, sensaciones, ambientes, de todo. Mis emociones no han podido manejar tal cantidad de información a la vez, todo han sido temblores y vibraciones dentro de mí durante los tres cuartos de hora que dura el álbum.
Lo tenía en cinta –no conocía a nadie que tuviera tocadiscos por aquel entonces aparte de mi hermana, que solo escuchaba jazz y música clásica– y lo ponía todo el tiempo en un radiocasete negro que me habían regalado por Navidad el año anterior. Funcionaba a pilas y me lo llevaba a todas partes. No paraba de cantar las canciones.

You donou me, don hang around
You donou me nomore

¡Qué maravilla volver a escucharla!
¡Y esta otra!

Tutututake us alone men a ment to tain going you where
De du du de du du

Escuchábamos a grupos como Status Quo, Slade, Mud o Gary Glitter; los que eran algo mayores añadían además a Rory Gallagher, Thin Lizzy, Queen y Rainbow. Luego todo dio un vuelco, al menos para mí, porque de repente todo era Sham 69, The Clash, The Police o The Specials a todo volumen. He seguido escuchando todas esas bandas de vez en cuando. No así a Status Quo. Por eso me impactó de ese modo, como una explosión dentro de mí. Y por eso me eché a llorar de repente al escuchar el estribillo:

An ai laik it ai laik it ai laik it ai laik it ai la la laik it la la laik
here we go-o:
rockin all over the world

No es que en ese año del Señor de 1977 sucedieran muchas cosas buenas, al menos no a mí, era más bien la sensación de que algo estaba sucediendo y, sobre todo, de que algo existía.
Que yo existía. Y que estaba allí.
En mi habitación, por ejemplo.
Mmmm, el olor del calefactor eléctrico.
La música del radiocasete.
No muy alta, porque papá estaba en casa, pero lo suficiente para que las sensaciones me invadieran.
La nieve de fuera. Su olor cuando estaba mojada, casi más a lluvia que a nieve.

An ai laik it ai laik it ai laik it ai laik it ai la la laik it la la laik

Hilde abrió la puerta.
–Hay una chica merodeando por ahí fuera. ¿La conoces?
Me acerqué a la ventana del salón. Efectivamente, había una chica paseándose por la calle, al otro lado de la valla. Se paraba y miraba hacia nuestra casa. No podía verme, pero aun así. Luego empezaba de nuevo, desaparecía de mi vista al pasar por detrás de los arbustos y reaparecía, una y otra vez, siguiendo la línea de la valla.
–Entonces ¿la conoces o qué? –preguntó Hilde.
–Sí –contesté–. Es Trude. Va a la otra clase.
–¿Y qué hace aquí?
Me encogí de hombros.
–Me estará buscando.
–¡Ja! –exclamó Hilde–. Pero si solo tienes once años.
–He tenido un montón de novias.
–A las que has dado besitos en la mejilla, ¿no?
–A algunas las he besado en la boca –dije.
–Entonces sal y dile algo.
Negué con la cabeza.
–¿Por qué no? ¿Tienes otra novia?
–Esa chica es un poco especial.
–¿No está bien de la cabeza?
–No, no es eso. Solo es diferente.
–A mí eso me suena bien.
–Porque tú también eres especial –dije, mirándola.
Se le iluminó la cara.
–No estás muy bien de la cabeza, quiero decir –añadí.
Entonces llamaron a la puerta.
–Es Trude –dijo Hilde–. ¿No vas a abrir?
–¿Puedes hacerme el favor de decirle que no estoy?
–¿Qué me das a cambio?
–Algo.
–La mitad de la bolsa de chuches del sábado.
–Vale.
Me quedé en la escalera oyendo a Hilde decir que no estaba, y que no sabía dónde me encontraba. Y luego vi a Trude irse a su casa en medio de la nevada.
No tengo ni idea de si pasó exactamente así. Recuerdo haberla visto y recuerdo haberle dado a Hilde un montón de chuches para que mintiera. Pero lo que mejor recuerdo es la nieve, la sensación de la nieve, el ambiente. También había niebla. Nieve blanca y blanda, niebla gris. Y Rockin’ All Over the World.
¿Hay algún recuerdo que no sea afirmativo?
Claro que no, una persona se compone de recuerdos, que solo pueden ser afirmativos: son lo que la persona es.
Pero uno de mis recuerdos destaca, de alguna manera. No tiene nada que ver con ninguna otra cosa. Es algo que vi. Y fue aquel invierno, unas semanas antes de la Navidad de 1977. Me acuerdo sin la ayuda de ninguna música. Es un recuerdo que brilla dentro de mí de un modo inexplicable.
Al otro lado de la carretera desde nuestra casa, un bosque descendía hacia una ensenada; a este lado estaba la urbanización.
Si seguías la carretera hasta el cruce y girabas a la derecha, llegabas a un puente bajo que cruzaba la ensenada. Más allá del puente había un montón de pontones, y aún más allá estaba el estrecho.
Una noche bajaba yo solo por esa carretera. Estaba oscuro y había niebla, la nieve se había empezado a derretir durante el día, el asfalto estaba cubierto de aguanieve. No sé adónde me dirigía ni de dónde venía, todo eso se ha borrado del recuerdo. Tal vez iba hacia los pontones para ver si había alguien, solíamos quedar allí. En cualquier caso: oscuridad, niebla, asfalto cubierto de aguanieve. Mi plumífero brillaba a la luz de las farolas. Crucé el puente. El agua estaba negra y fría.
Pero ¿qué era aquello?
Algo brillaba allí abajo.
Allí abajo, en lo más profundo del agua negra, había algo que brillaba.
Pasaron unos segundos hasta que me di cuenta de lo que era.
Era un coche.
Entonces por fin lo entendí: vi que faltaba una piedra del bordillo y que había marcas de ruedas que llegaban hasta el borde del agua.
Debía de haber sucedido hacía un momento, porque los faros del coche seguían encendidos.
Di la vuelta y eché a correr cuesta arriba. Tenía que buscar un teléfono y llamar a una ambulancia. Pero, al acercarme a las casas, ya no estaba tan seguro. Igual no era un coche. Podía ser otra cosa. Y quizá armaba un gran jaleo por nada. ¿Qué diría mi padre?
Llegué a casa, entré y me quité el plumífero y las botas. Papá asomó la cabeza desde su despacho al oírme.
–¿Dónde has estado?
–En la tienda nueva –contesté.
–La cena está en la mesa –dijo–. Y luego derecho a la cama.
–Vale –dije.
Hice lo que me ordenó. Me comí los sándwiches que me había preparado y me fui a dormir. Me quedé un buen rato tumbado en la oscuridad, pensando en la luz en el agua, en el coche sumergido que brillaba, mientras yo estaba tumbado allí en la cama.
Al día siguiente, abajo había una ambulancia, un coche de policía y una grúa. Y al otro día salió en la portada del periódico. Todo el mundo hablaba de ello. Todo el mundo menos yo. Ahora, treinta y cinco años después, sigo sin contar a nadie lo que vi o lo que hice. Porque sé que habría podido salvar al hombre si hubiera hecho lo correcto. Pero no lo hice, y murió. No tiene que enterarse nadie. El recuerdo es mío, solo mío, y, a menos que ocurra algo imprevisto, me lo llevaré a la tumba.

 

* * *

Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo

* * *

 

Los lobos del bosque de la eternidad

 

Descubre más sobre Los lobos del bosque de la eternidad de Karl Ove Knausgård aquí.


COMPARTE EN:

Suscríbete

¿Te gustaría recibir nuestro boletín de novedades y estar al día con los eventos que realizamos? Suscríbete a nuestra Newsletter.