01/02/2025
Empieza a leer 'Hannah Arendt' de Thomas Meyer
Para Sonja
PREFACIO
«Actuales» es el calificativo más frecuente que se da a los escritos de Hannah Arendt. Desde hace más de tres décadas se la considera una contemporánea e incluso se la lee como a una «pensadora del momento» (Richard Bernstein).
La profunda crisis de las democracias liberales, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania que se inició el 24 de febrero de 2022 y aún continua, el dramático incremento de refugiados en todo el mundo, la amenaza de que la humanidad quede incapacitada por sus propias invenciones: ¿acaso una biografía de Hannah Arendt no debería tomar estos y otros acontecimientos como una oportunidad para reivindicar su continua «actualidad»? ¿No consagró sus pensamientos y acciones a la lucha contra los novedosos totalitarismos del siglo XX, a la defensa de los débiles y también a su derecho a tener derechos?
¿O es precisamente a la inversa? ¿Es la actualidad de Arendt una prueba de que la gente está apostando al caballo equivocado a nivel internacional? ¿No estaba de parte de los colonialistas, de los racistas y de los despreciadores de Israel? ¿Tenía acaso algún interés en los temas sociales, en el feminismo o en la igualdad de género? ¿No estaba metida hasta las rodillas en los prejuicios de su época y, por tanto, para nosotros solo sería un caso interesante?
Me he decidido por dar un paso atrás y describir la vida y la obra de Hannah Arendt casi por completo en su tiempo. Se comprometió con su propio presente de una manera especial (como queda de manifiesto en esta primera biografía basada en investigaciones de archivo). No en vano, Arendt aprovechó la oportunidad de su exilio parisino, entre 1934 y 1940, para intervenir activamente en favor de niños y jóvenes judíos, contribuyendo así a la salvación de numerosas vidas.
Más tarde, ya viviendo en Estados Unidos, continuó comprometiéndose con su presente en el marco de la Jewish Cultural Reconstruction; un total de veinte años que tuvieron una influencia decisiva en sus acciones y pensamiento. Esta biografía dedica una atención especial a estos años, porque Arendt no habló de sus experiencias, no permitió que se convirtieran en parte de su obra y, sin embargo, estas dos décadas fueron determinantes para su pensamiento, que resultó de sus acciones, sobre las que ella a su vez reflexionó. No se trata aquí de interpretar ese periodo, sino de retratarlo con todos sus matices.
Desde octubre de 2020, la editorial Piper publica una edición de estudio en doce volúmenes de los escritos de Hannah Arendt, supervisada por mí, que incluye sus monografías y ensayos. Los textos, provistos de epílogos detallados y reconfigurados, forman una unidad con la presente biografía.
En vista de los desafíos que yo mismo me había planteado y de los limitados recursos para superarlos, no dejé de recordar un descubrimiento de Wolfgang Hildesheimer: en 1981 publicó pasajes de una conversación, hasta entonces desconocida, entre Goethe y el historiador inglés del arte Andrew Marbot.
«Desconfío de toda tradición, excelencia – replicó Marbot–, incluso de la probable. Para mí, solo lo verdadero es verdadero, mientras que lo probable es, en cambio, apariencia.» «No está mal, joven amigo – dijo Goethe–, me parece que aquí no solo estamos tratando con un escéptico, sino también con un rebelde.»
THOMAS MEYER,
Berlín-Charlottenburg, 8 de agosto de 2023
PRÓLOGO
La última amarra
Costa que ya no me encuentra,
ciudad en torno a la cual mi mirada aún gira,
mi espíritu surge sinuoso de la hondura
como desde el ancla profunda,
y esta amarra, que aún me ata
al mundo que me vio nacer,
a la tierra firme, con ella desaparece
todo lo que fue Europa:
el lenguaje y la música del paisaje,
el ensimismamiento, la exaltación
y, en un espantoso parentesco,
el oscuro frenesí de la muerte.
El secreto de mis años,
palabras que pronuncié de niño,
la última amarra que aún me ata,
cuando hace tiempo que me fui.
HANS SAHL,
Lisboa, 1 de abril de 1941, Guiné
El 10 de mayo de 1941 era un agradable día de primavera en Lisboa. Según el parte meteorológico oficial, las temperaturas no superaron los 19,6 grados centígrados. En el puerto, los trabajos para la salida del Guiné habían concluido por la mañana, y en pocas horas llegaría el momento de gritar: ¡suelten amarras!
El Guiné era el más pequeño de los buques de pasajeros al servicio de la Companhia Colonial de Navegação. No se le notaba la historia tan especial que tenía, ya que había sido reconvertido para su nuevo propósito: había emprendido su viaje inaugural en 1905 con el nombre de San Miguel, cuando se utilizaba principalmente para el transporte de carga. El San Miguel había sido un buque esbelto y maniobrable, casi elegante. Poco antes del final de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1918, alcanzó fama nacional en Portugal, e incluso el enemigo tuvo palabras de elogio para él. En una espectacular fuga, el capitán logró burlar al comandante de submarinos más exitoso de la historia de la guerra naval, el oficial de la marina alemana Lothar von Arnauld de la Perière; el buque escapó del legendario cazador sin sufrir ninguna baja ni pérdida de carga. Una docena de años más tarde, en 1930, el San Miguel se convirtió en el Guiné II, sucesor del Guiné original, que había sido retirado del servicio ese mismo año. Durante diez años, el buque rebautizado viajó principalmente de Lisboa a Cabo Verde.
Sin embargo, todo cambió en mayo de 1941. A medida que las conquistas de la Alemania nazi y sus aliados en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial lograban disminuir las rutas de huida en Occidente, y las actividades de rescate de judíos perseguidos exigían, por tanto, cada vez mayores esfuerzos y, en consecuencia, también mayores capacidades de transporte, el American Jewish Joint Distribution Committee (JDC), con sede en Nueva York, empezó a fletar barcos con más frecuencia. El Guiné realizó por primera vez la ruta entre Lisboa y Nueva York por cuenta del JDC el 1 de abril de 1941. El buque realizó un total de siete viajes en esta ruta por cuenta de la organización, el último de los cuales partió el 19 de mayo de 1942. A finales de octubre de 1944, el JDC alquiló por última vez el Guiné para llevar a 449 niños y jóvenes, en su mayoría judíos, a Haifa, adonde llegaron el 5 de noviembre. Los que embarcaron en el Guiné pudieron así sentirse más seguros.
En la primera travesía para el JDC también viajaba Hans Sahl, doctor en Historia del Arte y poeta, cuyo verdadero nombre era Hans Salomon. En la segunda parte de sus Memoiren eines Moralisten, publicadas tres años antes de su muerte en 1993 con el título Exil im Exil, describía el ambiente de la capital portuguesa, la famosa «sala de espera» de los emigrantes:
En el puerto de Lisboa había barcos que ya no navegaban, o lo hacían raramente. Refugiados de todos los países se sentaban en los cafés, esperando un visado e intentando hacerse oír en muchos idiomas. Estaban los estraperlistas que ofrecían pasajes para pequeños vapores portugueses que tardaban quince días en zarpar hacia América.
Se creían seguros... Pero la seguridad era engañosa. Mientras no se tuviera el visado americano, aún se estaba en Europa, y Hitler ya había ocupado casi toda Europa. ¿Por qué iba a respetar a Portugal? Había que apresurarse. Había que asegurarse una plaza en el barco antes de que fuera demasiado tarde.
¿Qué pensaban y sentían los 189 pasajeros, en su mayoría judíos, que habían huido de toda Europa, cuando embarcaron en el puerto el 10 de mayo de 1941 junto con Hannah Arendt y Heinrich Blücher? ¿O, por ejemplo, Ernst Emil Rollmann y su esposa Hildegard?
Apenas un año antes, los padres de Rollmann, Hans y Maria, se habían quitado la vida, desesperados, en Calais, en su huida de los nazis. En Alemania, los Rollmann no habían sido unos cualquiera: eran una familia judía de Colonia, arraigada desde hacía mucho tiempo, cuya tercera generación se había establecido como fabricante de zapatos. El 29 de diciembre de 1921, Hans Rollmann había fundado, junto con Karl Kaufmann y Carl Michael, la fábrica de calzado Romika en la pequeña localidad de Gusterath-Tal, al sudeste de Tréveris, a orillas del Ruwer. La empresa, que fue famosa durante muchas décadas, llegó a emplear a dos mil personas en su periodo de esplendor. Se suponía que los tres hijos de Rollmann, entre ellos Ernst Emil, se harían cargo del negocio algún día, pero en 1933 comenzó la destrucción sistemática de la existencia personal y profesional de los Rollmann.
La esposa de Emil, Hildegard, había estudiado psicología durante la República de Weimar y continuaría su formación académica en Estados Unidos, donde más tarde adquiriría notoriedad como psicoanalista. No era la única mujer a bordo que había estudiado en profundidad a Sigmund Freud. También estaba Käthe Wolf, que nació en Viena en 1907, se doctoró en 1929 con el famoso psicólogo Karl Bühler y fue guiada al puerto seguro de Lisboa vía Suiza por su no menos famoso colega Jean Piaget. Wolf embarcó junto con su alumna y amiga Anne-Marie Leutzendorff y ambas se labrarían una buena reputación como psicólogas infantiles en Estados Unidos.
Si nos seguimos fijando en la vieja lista de pasajeros del Guiné del 10 de mayo de 1941, descubrimos allí también al «author» Heinrich Blücher y a su «wife» Johanna Blücher. Según el registro constan ambos como apátridas y llevaban consigo un visado expedido en Marsella con fecha de 19 de septiembre de 1940: él, de cuarenta y un años, «German», nacido en Berlín; ella, de treinta y cuatro años, «Hebrew», nacida en Hanóver.
Con mucha valentía, la correspondiente porción de suerte y ante todo el apoyo de diversas organizaciones y personas, los Blücher no solo habían conseguido escapar de los campos de prisioneros franceses, sino también reunirse en su huida. Tampoco fue ninguna casualidad que en Marsella se encontraran con el estadounidense Varian Fry y sus colaboradores. La fama del Emergency Rescue Committee, fundado en 1940, se había difundido rápidamente y, mediante la colaboración con el Unitarian Service Committee, cuyo trabajo se inició en el mismo año, y diferentes agrupaciones, entre ellas la comunidad cuáquera, la organización de rescate era ampliamente conocida en el ámbito de los emigrantes. No obstante, el apoyo personal fue imprescindible antes de que Fry, un filólogo clásico formado en la Universidad de Harvard, pudiese expedir el visado salvador a los Blücher.
La primera tarea fue obtener unas declaraciones juradas, garantías de que habría ciudadanos del país de entrada que correrían con los gastos de su manutención. Günther (de nacimiento Stern) Anders, el primer marido de Arendt, vivía en Nueva York desde 1936 y fue recomendado al empresario altruista Charles Goodman a través de varias organizaciones judías. Junto a Morris Gintzler (Moricz Gunczler), procedente de Hungría, que había ascendido de recadero a presidente de la Pulp and Paper Trading Corporation, Goodman avaló al matrimonio. El contacto con Fry probablemente lo estableciese, a su vez, Albert O. Hirschmann, que más tarde se haría famoso como sociólogo. Conocía a Blücher y les defendió a él y a Arendt ante Fry, a pesar de su dudosa reputación en la familia.
Con los números 128 y 129, Arendt y Blücher fueron incluidos más tarde en una de las dos listas con los nombres de los salvados que Fry y el Unitarian Service Committee confeccionaron hacia 1945. Numerosos conocidos de los Blücher también llegaron al mundo libre a través de Fry, entre ellos Hans Sahl, Siegfried Kracauer y – como puede constatarse en la lista– Heinrich Brandler, que fue uno de los miembros fundadores del Partido Comunista de Alemania (Oposición) (KPDO) en 1928-1929 y había vivido exiliado en varios lugares desde 1933, entre ellos París durante años. Junto con su amigo íntimo y compañero de lucha August Thalheimer y su familia, viajó a La Habana, el destino real de sus esfuerzos de huida.
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Traducción de J. Rafael Hernández Arias
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