19/10/2023
Empieza a leer 'Exploradores, soñadores y ladrones'

 

Una memoria del mundo

Selva Almada

 

Desde que trabaja en el hotel, hace poco más de un año, pasó por distintas tareas. De todas, la que más le gusta es la que está haciendo ahora: tiene a su cargo el mantenimiento de las tres piscinas. La familiar, que es la más grande. La de solo adultos. Y la piscina bar, la más pequeña, con la barra a un costado, banquetas, mesas altas emergiendo del agua, reposeras forradas de venecitas azules.

Empieza apenas amanece, a las cinco de la mañana. Cuando llega todavía está oscuro, pero cuando se pone en movimiento, la primera luz del día también parece ponerse en movimiento, una claridad todavía sucia de noche, el anaranjado del sol asomando que empieza a licuarse con la tiniebla. Las últimas estrellas caen en ese fuego gaseoso que las apaga como un vaso a la llama de una vela. Filtra el agua, la ve revolverse sobre sí misma. Los remolinos que forman los chorros saliendo a los lados de la piscina, el ruido de la bomba, casi el único sonido a esa hora cuando los huéspedes duermen. El sonido del agua trae sonidos de la infancia. Lejana ya, aunque todavía es muy joven: no ha llegado aún a los treinta. Sería muy joven si estuviera en el lugar de cualquiera de los muchachos que visitan el hotel con su grupo de amigos y copan la pileta del bar, piden tragos desde que llegan cerca del mediodía, apenas levantados, y siguen así alegres y borrachos hasta las 19 h, que cierra. Cualquier muchacho es joven antes de cumplir los treinta, pero no él. En su pueblo hay momentos precisos para pasar de una cosa a otra, para dejar de ser esto y empezar a ser aquello, para dejar de ser un niño y empezar a ser un hombre. La vida de una persona también sigue el ciclo del monte: un momento para cambiar, para dejar de ser esto y empezar a ser aquello; un momento justo que se vive como una pequeña ceremonia. Pero uno lleva la memoria de lo que ha vivido, de lo que ha sido antes de ser este del presente. Todo lo que uno ha vivido seguirá en la memoria del cuerpo de aquel que será en el futuro. Todo lo que uno ha vivido seguirá en la memoria del mundo aun cuando uno deje el cuerpo. Eso lo sabe, lo aprendió tal vez antes de aprender a hablar, a caminar. Tal vez antes, en el vientre de su madre, antes de salir al mundo y echar por primera vez aire en los pulmones.

 

Exploradores, soñadores y ladrones

 

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