20/11/2023
Empieza a leer 'El desierto blanco' de Luis López Carrasco

 

El día 6 de noviembre de 2023, el jurado compuesto por Ana Cañellas (de la librería Cálamo), Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé otorgó el 41.º Premio Herralde de Novela a El desierto blanco, de Luis López Carrasco. Resultó finalista La reina del baile, de Camila Fabbri.

 

Los antiguos relatos de viajes acabarán siendo algo tan valioso como las más grandes obras de arte, pues sagrada era la tierra desconocida y ya nunca podrá volver a serlo.

ELIAS CANETTI

 

I. LA SUPERVIVIENTE

 

Tras charlar brevemente en el pasillo entramos de uno en uno en un despacho sin ventanas. Luz indirecta, moqueta negra y paredes grises, así es tal y como lo recuerdo. La responsable de recursos humanos nos pidió que nos sentáramos a lo largo de una mesa de juntas. Delante de cada uno de nosotros se erguía un micrófono apagado que nadie quiso encender. Ella respiró hondo y empezó:

–Os tengo que dar una información importante. Ha habido una guerra mundial y ha exterminado o exterminará en las próximas horas a toda la humanidad. El mundo, tal y como lo conocemos, se ha terminado. El futuro de nuestro planeta depende de todos los que estáis aquí reunidos. ¿Veis ese resplandor? Son los bombardeos lejanos. Un momento, dejadme terminar. Lo importante ahora no es cómo ha muerto toda la población mundial, ni tampoco pensar en vuestros seres queridos, porque nos encontramos en una situación de vida o muerte. Tenemos poco tiempo, así que prestadme atención. Os encontráis en la canasta de un globo aerostático que cruza el océano. Os habéis podido subir a él en cuanto habéis tenido noticia de la guerra y por eso os habéis librado del destino del resto. Lleváis unas horas arrastrados por un viento que os aleja del continente cuando, de repente, veis algo a lo lejos. ¿Lo veis? Allí, en el horizonte. Es una isla desierta, una isla que no está habitada y que se ha librado de los bombardeos. Ahora respondo a vuestras preguntas, dejad que acabe. Es importante que tengáis en cuenta que sois los únicos supervivientes de toda la especie humana. Que haya o no una extinción total depende de todos los que estáis aquí. Sois el futuro, la semilla de una nueva civilización. El inconveniente, porque hay un inconveniente, es que desde hace unas horas el globo está perdiendo helio. Tiene una fuga en un lugar inaccesible que no podéis reparar. Habéis calculado que el globo con la carga de personas actual no llegará a la isla. Caerá al mar y os ahogaréis todos. Un momento. De verdad ya termino y me preguntáis todo lo que me tengáis que preguntar. Tenéis que elegir por consenso, esto es muy importante, por consenso y unanimidad quién de vosotros tiene que tirarse al mar para que el resto sobreviva. Uno de vosotros tiene que sacrificarse para que el globo llegue a la isla y la humanidad tenga una opción de perdurar. Insisto. Lo importante es que esa persona se lance al mar una vez que el grupo haya tomado la decisión de manera conjunta, razonada y por unanimidad. La unanimidad es clave. Los motivos para decidir quién debe vivir y quién debe sacrificarse están basados en vuestras profesiones. Abrid ahora el papel que habéis cogido en la entrada y leed en voz alta vuestras habilidades. Tendréis que convencer a los demás de que sois necesarios en esa isla. Argumentar por qué sois fundamentales. Pensad que sois el futuro de una nueva sociedad, así que profesiones que en este momento pueden no parecer útiles para la supervivencia inmediata quizá resulten imprescindibles en el futuro. Preguntadme antes de poner el cronómetro. El globo se desinfla cada vez con mayor rapidez. El chico rubio con coleta, barba de tres días y párpados hinchados alzó esta vez la voz en lugar de la mano e hizo la pregunta que yo habría hecho pero que por pudor preferí callarme.

–¿Cómo fueron los bombardeos? ¿Ha sido una guerra nuclear? ¿Bacteriológica?

–Esa información no es relevante para esta dinámica de grupo. Lo importante es el objetivo que os he dado. Lo importante es que argumentéis y deliberéis.

–¿Tenemos víveres?

Era un señor con traje y corbata quien hablaba ahora, el único candidato de la sala que ni se hallaba en la veintena ni aparentaba estudiar una carrera de Humanidades. El resto de nosotros cumplía con la limitada gama de recursos estéticos que caracterizaba en aquellos años al universitario con inclinaciones culturales y presumible vida interior: entre la trenza y las gafas de pasta, entre las botas de montaña y el piercing. Una tierra de nadie, por así decirlo, entre Ingeniería de Montes y Bellas Artes. La responsable de recursos humanos se reclinó en la silla y se reacomodó en su traje de chaqueta. Estaba embarazada de más de seis meses.

–Lleváis lo que tengáis ahora mismo encima. Como es lógico, vuestro principal cometido una vez lleguéis a la isla será encontrar agua y comida. Pero ¡no os quiero dar pistas!

La mujer debía rondar los cuarenta y era todo cordialidad y tristeza. Sonreía a menudo, lo que acentuaba, en lugar de contrarrestar, la impresión general de agotamiento que producía. Puede que ese fuese su objetivo, para que la dejáramos tranquila. Daba la impresión de haber llevado a cabo innumerables dinámicas de grupo de la modalidad «Globo en apocalipsis», pues había desterrado toda espontaneidad de su comportamiento y hasta ese peronoosquierodarpistas parecía haber sido calculado y redactado meses atrás, años atrás. Me gustaría recordar su nombre, me parece un dato que, al menos en este caso concreto, ofrecería una imagen más completa y certera de ella, sabríais perfectamente de qué tipo de persona estoy hablando. Pero lo he olvidado y no me atrevo a inventarme algo tan íntimo como un nombre. La encargada de seleccionar al próximo vendedor raso de la sección de libros de los Grandes Almacenes de la Cultura invitó a participar a sus nueve aspirantes, nueve embriones laborales surcando un mar furioso. Médica. Botánica. Cazador. Pescadora. Carpintero. Ingeniera. Veterinaria. Jueza. Desenrollé el papel: Albañil.

–Os toca argumentar por qué es necesaria vuestra permanencia en el globo. Es importante que lleguéis a un acuerdo, aunque valoraremos también, como es natural, que no seáis expulsados. Es importante que os defendáis, es importante que mantengáis vuestra posición. Tenéis quince minutos para decidir quién debe morir por los demás y, no solo eso, debéis convencerlo. Debéis convencerlo para que se tire al mar, no podéis usar la fuerza. Comenzad.

 

El desierto blanco

 

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