LECTURAS

Empieza a leer 'Los comienzos' de Claire Marin

01/12/2025

Para Mia,
por todos sus comienzos.

El sol es nuevo todos los días.
(Ὁ ἥλιος νέος ἐφ᾽ ἡμέρῃ ἐστίν.)
HERÁCLITO

EL ARRANQUE: UN DESTELLO

De todas las historias que comienzan, es la tuya la que me interesa contar. Porque has transformado la mía como no lo había hecho nadie. Hay personas que nos marcan, que nos rasguñan o nos rozan sin llegar a desarbolarnos, pero tú has llegado como si nada, con esa existencia vacilante, apenas visible, y tu vida diminuta ha puesto la nuestra patas arriba. Eres la catástrofe dichosa. Y estos primeros albores de tu vida determinan lo que será la mía de ahora en adelante. Contigo ha llegado lo irreversible, con una fuerza que ningún acontecimiento había desplegado hasta la fecha.

Me cuesta situar el comienzo de tu vida. ¿En qué momento empezó? ¿En qué momento empezaste? ¿Estabas ya en la idea, hija mía, en el anhelo de tu existencia, o era algo aún demasiado incierto, demasiado vago para considerarlo un comienzo?

Podríamos ceñirnos al comienzo oficial: naciste un sábado de verano a las 13:47. Pero sería un comienzo espurio, un falso inicio de la historia, pues para entonces hacía ya tres semanas que tu existencia era casi tangible y, de hecho, se captaba varias veces al día mediante distintos sensores y se exploraba en ecografías. Podíamos palpar tus contornos, sabíamos en qué posición estabas y escuchábamos los latidos de tu corazón, amplificados por las máquinas. Parecía desmesurado, era el pulso de un corazón gigantesco el que retumbaba por los pasillos de la maternidad. Y la historia había comenzado antes, porque a esas alturas ya se hablaba mucho de ti en nuestras familias. Sin embargo, aún no habías nacido.

Tu nacimiento no es, pues, el comienzo de tu historia, que tal vez haya que situar en el abismo de tus primeras pulsaciones, mucho antes de tu primer vagido. Quizá el principio fuera ese destello, ese punto que parpadeaba en la pantalla del monitor, tu primera señal de vida, que interpretamos como un discurso y que nos dijo, aunque no hubiera ningún otro indicio que permitiera sospecharlo, que estabas ahí o, más bien, que había comenzado ya una vida que sería la tuya. Un punto que parpadeaba, un ser que iniciaba su andadura y nos traía una transformación radical. Aquel puntito desató una emoción nueva y violenta, como la primera pasión del amor. La fuerza de tu presencia, por imperceptible que fuera, y el terror a perderte, todo eso había dado ya comienzo.

Se dice a veces que las historias se escriben para saber cómo acaban. Tal vez se escriban también para descubrir cómo empiezan.

 

***

Traducción de Álex Gibert

***

 

Descubre más sobre Los comienzos de Claire Marin aquí.

COMPARTE
COMENTARIOS