En este libro fulgurante, habitado por el arte, se recogen cinco textos consagrados a otros tantos artistas: Francisco de Goya, Antoine Watteau, Piero della Francesca, Vincent Van Gogh y Claudio de Lorena.

Unas narraciones que se acercan, a menudo, a un celebrado artista mediante un testigo periférico, incluso oscuro; así su vecino y amigo Joseph Roulin en el caso de Van Gogh, o el humilde discípulo Lorentino, mencionado por Vasari, en el caso de Piero della Francesca. Ficciones biográficas, fragmentos de existencias y también metáforas autobiográficas, parábolas en las que pelean la soledad y la amargura y donde florece, implacable, la irrisión lúcida. Una escritura que ha hecho evocar la grandeza de Saint-John Perse o los poemas alucinados de Rimbaud, aunque el autor de Vidas minúsculas, Pierre Michon, tiene una voz singularísima, única.

«Señores y sirvientes debe leerse como se leen los auténticos y escasos libros que circulan todavía en nuestro planeta: palabra por palabra, en silencio» (Michel Crépu, La Croix).

«Desde el silencio de las pinturas, Michon evoca maravillas. Un retrato se convierte en una persona de tan compleja hondura que sugiere la mentalidad de una era. Un color se convierte en una idea. Una pintura se convierte en el pintor y las palabras se convierten en pintura» (Leonard Michaels).

«Pierre Michon escribe como se lee, inexorablemente. No se le puede interrumpir, su escritura es una voz que nos corta, gentilmente, la respiración» (Jean Palestel, Libération).

«Un libro transversal, oblicuo y en trompe-l'oeil. Michon piensa como un barroco -y un barroco melancólico-, pero escribe como un moderno. Una alquimia sutil y precisa» (Jean-Paul Corsetti, Recueil).

«Uno de los más hermosos libros de estos tiempos, tan sutil, tan poderoso» (Raphaël Sorin, L'Express).