Cuatro narraciones sobre las apariencias
En Cuatro narraciones sobre las apariencias, el lector español reencontrará al autor de Narradores de las llanuras, reconocido internacionalmente como uno de los mejores libros de la literatura italiana de los ochenta. En palabras de Alfredo Giuliani, «Celati se ha convertido, con estos libros, en un óptimo narrador de los tiempos en que vivimos. Ha encontrado la forma ligera y ágil que mejor se adapta a ellos... Una hilaridad sometida y continua que gratifica al lector, dejándole el placer de reflexionar mientras se divierte».
En un texto juvenil de Kafka se dice que detrás de las apariencias sólo hay apariencias y que somos como troncos de árbol en la nieve, cuya movilidad o inmovilidad también son aparentes. De un pensamiento similar nacen las cuatros narraciones de este libro, que entroncan con la tradición del cuento filosófico. Pero Celati no pone el acento en el debate de las ideas, sino en un peculiar juego: contar historias que provocan perplejidad y por un instante nos libran de las coordenadas sociales que siempre nos obligan a llevar nuestro pensamiento hacia alguna forma de certidumbre ilusoria.
Cuatro relatos originales y sorprendentes que nos conducen a un estado de estupor ante imágenes deslumbrantes y cotidianas. En ellos, toda interioridad parece haber sido abolida o subsumida en una exterioridad omnipresente que hace vivir a los personajes como extraños a sí mismos. Así, el protagonista de Baratto, un texto que recuerda al Bartleby de Melville, se ve obligado a mantener en suspenso la capacidad de hablar: el silencio es el último reducto privado, la palabra ya no tiene nada que designar.
En Luces cambiantes en la vía Emilia, un viejo pintor se obsesiona con los problemas de la luz y la exactitud de los contornos.
Los lectores de libros son cada día más falsos recuerda las malicias de maestros como Stevenson o James, a través de la peripecia de un joven atraído por el enigma de los libros, que al cabo del tiempo comprende: escribir es el homenaje por excelencia a lo insustancial, al vacío del mundo y de nosotros mismos. La terrible fuerza de una escena bíblica o de una reflexión nietzscheana están presentes en Desaparición de un hombre ejemplar, historia de un padre que asiste atónito a la irresistible fascinación que los objetos ejercen sobre su hijo...
Un libro «de una singular fuerza imaginativa» (Giorgio Manganelli) que pone en entredicho las pretensiones del yo, perdido o disgregado entre el fulgor y el encandilamiento que produce la vorágine de apariencias que conforman lo que denominamos realidad.
Sinopsis
En Cuatro narraciones sobre las apariencias, el lector español reencontrará al autor de Narradores de las llanuras, reconocido internacionalmente como uno de los mejores libros de la literatura italiana de los ochenta. En palabras de Alfredo Giuliani, «Celati se ha convertido, con estos libros, en un óptimo narrador de los tiempos en que vivimos. Ha encontrado la forma ligera y ágil que mejor se adapta a ellos... Una hilaridad sometida y continua que gratifica al lector, dejándole el placer de reflexionar mientras se divierte».
En un texto juvenil de Kafka se dice que detrás de las apariencias sólo hay apariencias y que somos como troncos de árbol en la nieve, cuya movilidad o inmovilidad también son aparentes. De un pensamiento similar nacen las cuatros narraciones de este libro, que entroncan con la tradición del cuento filosófico. Pero Celati no pone el acento en el debate de las ideas, sino en un peculiar juego: contar historias que provocan perplejidad y por un instante nos libran de las coordenadas sociales que siempre nos obligan a llevar nuestro pensamiento hacia alguna forma de certidumbre ilusoria.
Cuatro relatos originales y sorprendentes que nos conducen a un estado de estupor ante imágenes deslumbrantes y cotidianas. En ellos, toda interioridad parece haber sido abolida o subsumida en una exterioridad omnipresente que hace vivir a los personajes como extraños a sí mismos. Así, el protagonista de Baratto, un texto que recuerda al Bartleby de Melville, se ve obligado a mantener en suspenso la capacidad de hablar: el silencio es el último reducto privado, la palabra ya no tiene nada que designar.
En Luces cambiantes en la vía Emilia, un viejo pintor se obsesiona con los problemas de la luz y la exactitud de los contornos.
Los lectores de libros son cada día más falsos recuerda las malicias de maestros como Stevenson o James, a través de la peripecia de un joven atraído por el enigma de los libros, que al cabo del tiempo comprende: escribir es el homenaje por excelencia a lo insustancial, al vacío del mundo y de nosotros mismos. La terrible fuerza de una escena bíblica o de una reflexión nietzscheana están presentes en Desaparición de un hombre ejemplar, historia de un padre que asiste atónito a la irresistible fascinación que los objetos ejercen sobre su hijo...
Un libro «de una singular fuerza imaginativa» (Giorgio Manganelli) que pone en entredicho las pretensiones del yo, perdido o disgregado entre el fulgor y el encandilamiento que produce la vorágine de apariencias que conforman lo que denominamos realidad.
