16/02/2023
Empieza a leer 'Persianas metálicas que bajan de golpe' de Marta Sanz

Los pájaros no existen, son drones.

La Vanguardia, FRANCESC PEIRÓN,

Nueva York, Corresponsal 15/12/2021

05:00 Actualizado a 15/12/2021 06:57

 

 

–Me despierto bañado en sudor. Me invaden unos sudores mortales.

–Y yo mastico chicle porque se me encoge la garganta.

–Pierdo mi propio cuerpo. Me convierto en una mente o en un ser solitario abandonado en un vasto espacio.

–Yo me agarroto.

–Yo me siento demasiado débil para moverme. Pierdo por completo el sentido de la decisión, de la determinación.

–Pensé en la muerte de mi madre y mi madre murió.

–Yo pienso en la muerte de todos. No tan solo de mí mismo. Caigo en unos ensueños terribles.

DON DELILLO, Ruido de fondo

 

 

Lieβa lee en su pantalla: Delante de ti está Maxx Rutenberg: Detective de Zoo York, ya no sin trabajo, en febril búsqueda de: la escritura suave.

Ella teclea: ¿Tienes previsto buscar un fragmento de tiempo conmigo, o eres igual que los demás: solo aquí para reescribir por décima vez textos antiguos?

Maxx responde: ¿Qué es lo que más te gusta hacer con tu presente?

Gatita: Me reflejo y dejo reflejar.

NORMAN OHLER, La máquina de cuotas

 

 

Sobre los huecos de los escaparates caen con estrépito los cierres metálicos.

LUISA CARNÉS, Tea Rooms. Mujeres obreras

 

 

 

Dedico este libro a esa gente sencilla

que tanto me gusta:

Federico Fellini, Bob Fosse y Lars von Trier.

Por la sofisticación y los ornamentos

que nos ayudan a ver

 

 

Este manuscrito, titulado originalmente Pájaro, detective, electrodoméstico, es una traducción al español de un original en inglés –Bird, Detective, Appliance–, cuyas tres partes fueron encontradas en tres lugares distintos: un centro de oración en Salt Lake City –Bird–, la playa de Levante en las ruinas de Benidorm –Detective– y una de las casas trogloditas de la ciudad bereber de Matmata –Appliance–, donde se rodaron algunas escenas de la primera parte de La guerra de las galaxias. Los tres fragmentos unidos conforman el medallón. Mapa. Talismán.

 

Limpia es la palabra con la que no puede empezar ningún poema

«Limpia es la palabra con la que no puede empezar ningún poema.» Escaneado, procesado, enviado a la Central de descodificaciones, peritas caligráficas y traductores de la escuela de Toledo. El uso de la cursiva y del tipo freestyle script, imitación digital de la caligrafía clásica, puede ser tan relevante como la opción de cuerpo 11. Letra pequeña. Origen: entrada del cuaderno de notas del teléfono móvil de Selva Sebastian. «Es un pepino», comentaron en la tienda de telecomunicaciones cuando se lo vendieron. Las empleadas, de más de sesenta años, manipulaban los aparatos con guantes de látex y pequeñas herramientas quirúrgicas. Pepino es una palabra que entra en la categoría de las hortalizas y los artefactos veloces. Por ejemplo, los cohetes.

El verso de Selva Sebastian suscita cierta alarma: la individua, aunque le repugnaría reconocerlo, aún conserva tics líricos de su madre, de quien la separan muchas cosas. Anotación en rojo. Muy importante. El apellido de la sujeta es Sebastian, no Sebastián. Sebastian es el seudónimo del escritor rumano Iosif Hechter. Sebastian se llama uno de los protagonistas de Retorno a Brideshead. «¡Sebastian!, ¡Seb!, ¿qué fue de tus sueños?», le reprocha Emma Stone a Ryan Gosling en La La Land. Luego se ponen a bailar e incluso vuelan en el Observatorio Griffith de Los Ángeles. Geolocalizado junto a una tienda de licores. Sebastian es el segundo nombre de Bach. Intertexto, hipertexto, Wikipedia y retícula funcionan correctamente. El dron es aún demasiado bisoño para decir «perfectamente». El dron puede oponer lo correcto a lo incorrecto atendiendo a dos listados antagónicos. Aún no puede hacer lo mismo con lo perfecto y lo imperfecto, pero está a puntito de aprender: la ética y la estética, lo jurídico y lo bello, empiezan a amalgamarse gracias a la confusión siamesa de extraños capilares.

El dron presenta niveles normales de grasa y combustible. Panel de control en verde. Emite en tercera persona. Pero su tercera persona a veces es él mismo y a veces otro que, sin ser él mismo, lo es. Su adiestrador, su amo, su jefe, su ventrílocuo y su ventrículo. En cualquier caso, es un varón y no una amorfa masa machihembrada, hermafrodita o semoviente. En la pantalla, parpadean fornicaciones de moscas y perros enganchados a perras como artefactos de dos cabezas que van a descoyuntar el mismo cuerpo. El dron aún no está capacitado para la comprensión del sexo ni de las oraciones subordinadas. El sexo es tenebroso y encamina a los humanos hacia la muerte. El dron es un guardián entre el centeno y se ha apuntado a un club de castidad. Sobre los cuerpos convulsos de los perros y las moscas aparece una palabra que titila en rojo: Censored. El dron respira –expele ciertas partículas– porque alguien lo protege, lo guía y vela por él. El ingeniero. El ingeniero jefe.

El dron consta de un marco con patas portadoras de las hélices, batería, cámara, antenas y otros aditamentos. Hoy, que es el futuro, los drones cuentan también con ordenadores muy sofisticados. Una noticia de última hora mantiene inquieto al dron, que, en pleno vuelo, se bambolea: «Los pájaros no existen, son drones». No borra la información espectacular. La tendencia a la acumulación y el síndrome de Diógenes empiezan a forjar su carácter. El dron vigila. El dron regresará. El dron c’est moi y no c’est moi. El dron es una palabra que no tiene explicación. El dron es una palabra que sale del corazón. Parte meteorológico recibido por el dron: «Hoy no llueve y mañana tampoco lloverá».

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Persianas metálicas que bajan de golpe

 

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