El secreto del arte
Nouvelles inesperadas no sólo por su peculiar humor, sino también por su maestría narrativa.
Las narraciones incluidas en este volumen, tan alejadas de la furia iconoclasta o el morbo autofágico de cierta vanguardia, como de la parodia posmoderna de la literatura de género, son para aquellos que, como uno de los personajes de El secreto del arte, pueden afirmar: «Siempre me ha gustado que me cuenten historias.»
Construidas a base de alusiones internas, de insinuaciones cuyo alcance fijará cada lector, estas historias investigan ese mito llamado «normalidad» mostrando hasta qué punto son difusas las fronteras que lo separan de ese otro mito llamado «locura», una fiera a la que entrevemos cuando llega en zapatillas por la blanda moqueta a modo de intruso, que quizá siempre había estado ahí.
Estas nouvelles, en las que se puede rastrear la herencia de la sinuosidad estilística de Conrad, de la complejidad y ambigüedad de James, y de la densidad -casi propia de novela- de los últimos cuentos de Kipling, resultan inesperadas no sólo por su peculiar humor, sino también por su maestría narrativa, pues la mayor sorpresa reside, ciertamente, en el descubrimiento de un auténtico escritor.
Sinopsis
Las narraciones incluidas en este volumen, tan alejadas de la furia iconoclasta o el morbo autofágico de cierta vanguardia, como de la parodia posmoderna de la literatura de género, son para aquellos que, como uno de los personajes de El secreto del arte, pueden afirmar: «Siempre me ha gustado que me cuenten historias.»
Construidas a base de alusiones internas, de insinuaciones cuyo alcance fijará cada lector, estas historias investigan ese mito llamado «normalidad» mostrando hasta qué punto son difusas las fronteras que lo separan de ese otro mito llamado «locura», una fiera a la que entrevemos cuando llega en zapatillas por la blanda moqueta a modo de intruso, que quizá siempre había estado ahí.
Estas nouvelles, en las que se puede rastrear la herencia de la sinuosidad estilística de Conrad, de la complejidad y ambigüedad de James, y de la densidad -casi propia de novela- de los últimos cuentos de Kipling, resultan inesperadas no sólo por su peculiar humor, sino también por su maestría narrativa, pues la mayor sorpresa reside, ciertamente, en el descubrimiento de un auténtico escritor.
