Ya no pisa la tierra tu rey
Ya no pisa la tierra tu rey

Ya no pisa la tierra tu rey

«Es jueves y don Íñigo detiene su caballo ante nuestro convento, trepa los muros de calicanto, atraviesa el patio de los naranjos, recorre el claustro a grandes zancadas y se introduce en la celda de una de las novicias. Se trata de una niña de una hermosura tierna y felina, con una piel blanca que exhala un suave aroma a monda de manzana. Cuando la abadesa Violante es alertada, siente removérsele el corazón pero acude a la celda con mucho aplomo para esperar ante la puerta. Media hora después sale el marqués masticando pelos, abotonándose el cuello de la camisa. Durante unos instantes, la abadesa posa su mirada en él: es una mirada inmóvil que lo abarca de la cabeza a los pies. Luego lo engancha por el brazo, le acompaña hasta la salida con su mejor sonrisa, así es que... , volvemos a verle por aquí, don Íñigo, así es, abadesita, pues vaya con Dios, con Dios iré, hasta que lo ve torcer la esquina sobre su caballo, desaparecer trotando por la calleja. Entonces, abriéndose paso a empellones entre nosotras, la abadesa regresa a la celda. Allí, tumbada sobre su catre, está la novicia, el hábito de buriel áspero remangado hasta la cintura y haciendo la tijereta con las piernas en alto mientras, sí, no, me quiere no me quiere, deshoja la margarita que el marqués le ha entregado.» 

A través de la perversa (y, a la vez, inocente) mirada de unas monjas que juegan a no ser monjas, construye Cristina Sánchez-Andrade este original relato en el que la estrecha vida conventual contrasta con los excesos de la vida palaciega. Una abadesa excéntrica y resentida, cuya misteriosa muerte es anunciada desde las primeras páginas, un fraile que ha agotado su vida buscando a Dios por la vía de la razón, un marqués pendenciero, su esposa, doña Hilda, que va al convento a jurar su virginidad, un extraño lacayo que hace pelotas de papel, una cocinera que aspira a ser marquesa y, finalmente, el Rey que ya no pisa la tierra, son otros de los personajes que van entretejiendo esta intrigante historia. 

Una novela poco (o nada) convencional, escrita con una prosa sensual y lírica, en la que la soledad, el desamparo del hombre, la dura tarea de ser, la libertad y la búsqueda de la identidad personal aparecen como telón de fondo.

ISBN978-84-339-6854-8
EAN9788433968548
PVP CON IVA13 €
NOTA DE LA EDITORIALNo disponible. La editorial indica que está descatalogado o agotado indefinidamente
NÚM. DE PÁGINAS232
COLECCIÓNNarrativas hispánicas
CÓDIGONH 353
PUBLICACIÓN01/01/2004
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Cristina Sánchez-Andrade

Cristina Sánchez-Andrade

Cristina Sánchez-Andrade es escritora, crítica literaria y traductora. Licenciada en Ciencias de la Información y en Derecho, es natural de Santiago de Compostela. Actualmente vive en Madrid, en donde compagina su labor como novelista con la docencia universitaria y con colaboraciones en distintos medios, entre ellos La Voz de Galicia y El País. En Anagrama ha publicado Ya no pisa la tierra tu rey (Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2004); Las Inviernas: «El libro más bonito que he leído jamás» (Javier Puebla, Cambio 16); «Bajo la espléndida ascendencia de Valle-Inclán, Cunqueiro o el primer Luis Mateo Díez... Inquietante amenidad, rigurosa escritura y legítima, lograda ambición» (Jesús Ferrer, La Razón);Alguien bajo los párpados: «Fascinante... Las magníficas dotes inventivas de Sánchez-Andrade deparan una fábula carnavalesca tan loca y divertida como engañosa, porque cuenta una tragedia» (Santos Sanz Villanueva, El Mundo); «La sensación es la de alguien que ha encontrado la estructura exacta para lo que deseaba narrar... De un lirismo áspero y conmovedor» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País); «Una novela espléndida, con ritmo, subtramas, enigmas y unos personajes estrambóticos impagables» (Íñigo Urrutia, El Diario Vasco), y el libro de cuentos El niño que comía lana, galardonado con el XVII Premio Setenil al mejor libro de relatos: «En el libro, magnífico en su conjunto, hay cuentos excelentes (Manuel Hidalgo, El Mundo); «Despliega originalidad, mala leche, destilados surrealistas y una mirada cáustica sobre la familia, las relaciones de pareja y la memoria de nuestros mayores» (Íñigo Urrutia, El Diario Vasco); «Una joya, con poesía y humor negro» (Ana Abelenda, La Voz de Galicia). Su obra ha sido traducida al inglés, portugués, italiano, polaco y ruso.

Foto © Carlos Porras