El padre de Blancanieves
El padre de Blancanieves

El padre de Blancanieves

Una profesora de instituto espera en su casa a que el repartidor del supermercado le traiga la compra. El repartidor se retrasa y ella se marcha. Horas después encuentra que le han dejado la compra a unos vecinos y se han estropeado los productos congelados. Llama al supermercado para quejarse. Al día siguiente es sábado, la profesora aún no se ha quitado la camiseta de dormir cuando llaman al timbre; es el repartidor del supermercado, un hombre de Ecuador. El hombre le dice que por causa de su llamada telefónica le han despedido. La profesora lamenta el incidente, pero el hombre insiste: ella es responsable de su despido, debe encontrarle otro empleo, de lo contrario él estará siempre ahí, a la puerta de su casa o de los lugares que ella frecuenta, esperando. La profesora amenaza con llamar a la policía, el hombre dice que en ese caso su esposa y sus hijos irán a verla, le enviarán cartas, no podrá librarse tan fácilmente de su responsabilidad. A partir de ese momento, la vida de la profesora se ve afectada, y con ella, la vida de su marido, la de su hija mayor, quien milita en una organización política, y finalmente también la vida de su hijo de trece años.

El público, escribió Bertolt Brecht, es una asamblea de individuos capaces de transformar el mundo, que reciben un informe sobre el mundo. Esta novela se pregunta qué hacer con los informes que nos llegan de las habitaciones y de los lugares de trabajo. En el cuento tradicional, el padre de Blancanieves no está de viaje o en la guerra; está en el castillo, asiste a las maquinaciones de la madrastra pero guarda silencio. ¿Por qué no advertimos que estaba ahí?  ¿Existe la clase media o es una ficción hermosa y triste? ¿Puede el padre de Blancanieves llevar su ánimo a la altura de su espíritu, sus sentimientos a la altura de su sagacidad?

Con El padre de Blancanieves, su sexta novela, Belén Gopegui prosigue su certera indagación en las fronteras que unen y separan las habitaciones privadas y los espacios públicos; un proyecto narrativo sin parangón en nuestras letras.

ISBN978-84-339-7157-9
EAN9788433971579
PVP CON IVA19.5 €
NOTA DE LA EDITORIALNo disponible. La editorial indica que está descatalogado o agotado indefinidamente
NÚM. DE PÁGINAS352
COLECCIÓNNarrativas hispánicas
CÓDIGONH 419
PUBLICACIÓN03/09/2007
OTRAS EDICIONESCompactos (CM 492)
RESEÑAS PRENSA
El Cultural
Abc
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Belén Gopegui

Belén Gopegui

Belén Gopegui nació en Madrid, en octubre de 1963. En 1992 publicó la novela Laescala de los mapas, que tuvo una extraordinaria acogida: «Fuer­­za arrebatadora... Lo asombroso de esta novela es la originalidad de sus estrategias narrativas, en consonancia con el ritmo de su prosa» (Carmen Martín Gaite). Después de su interesante segunda novela, Tocarnos la cara (1995), con la tercera, La conquista del aire (1998), dio un definitivo paso adelante: «Perfectísima novela» (Francisco Umbral). En 2001 escribió su cuarta novela, Lo real: «Belén Gopegui es quien hace un empleo más afortunado y cabal de la novela como instrumento de indagación, reflexión e interpelación políticas, entendido este término en su más amplio sentido: el relativo a las cuestiones de la polis» (Ignacio Echevarría, El País). Su quinta novela fue El lado frío de la almohada: «La única sorpresa que nos puede deparar cada nuevo libro de Belén Gopegui no es la de su calidad –siempre indiscutible– sino conocer su verdadero acierto» (Rafael Conte, El País). Y en 2007 escribió la sexta novela, El padre de Blancanieves: «Una obra seria e importante que debe leerse, porque, además de resultar amena por el interés de la trama que la alimenta, urge a reflexionar sobre la realidad» (Santos Sanz Villanueva, El Cultural); «El lector será seducido por una prosa que busca mostrar la realidad como en determinadas obras de Godard o del cine de Kluge, Fassbinder, etc.» (Joaquín Arnáiz, La Razón); «Con esta novela alcanza su cota más ambiciosa» (Rafael Conte, El País). Sus novelas han sido traducidas al chino, al francés, al italiano, al turco, al alemán, al portugués, al polaco, al finlandés, al serbio y al neerlandés.

Foto © Maria Teresa Slanzi