Cuentos de humor y de horror
Cuentos de humor y de horror

Cuentos de humor y de horror

Graham Greene, para quien Hector Hugh Munro, alias Saki, es nada menos que el mayor humorista en lengua inglesa del siglo XX, cuenta que en la madrugada del 13 de noviembre de 1916, en un cráter de obús cerca de Beaumont-Hamel, se oyó gritar al sargento Munro: «Apagad ese maldito cigarrillo.» Éstas fueron sus últimas palabras; inmediatamente después, una bala le atravesó el cráneo. No podría resumirse mejor la extraordinaria economía de medios que caracteriza los relatos de uno de los genios más ultrajantes de su tiempo.

«Si empiezas un relato de Saki, lo terminarás. Cuando lo hayas terminado querrás empezar otro, y cuando los hayas leído todos, nunca los olvidarás. Se convertirán en una adicción, porque son mucho más que divertidos» (Tom Sharpe).

Con ocasión de la primera edición de Cuentos de humor y de horror en Anagrama, en 1980, Robert Saladrigas escribió en La Vanguardia: «Es un humor en unas ocasiones ácido y en otras imbuido por guiños estentóreos de ironía o simplemente sepulcral, que revela en conjunto una visión sangrante, críptica del mundo, forzosamente chocante con la atildada literatura que producía Inglaterra en los primeros años del siglo, todavía agarrada a las austeras puntillas de la moral victoriana.»

Juan Tebar también lo celebró en El País: «Horror y humor van tan unidos en Saki que hasta las historias más espeluznantes son irónicamente británicas y los apuntes eduardianos son pavorosamente malvados. En los campos aristócratas las hienas se meriendan gitanos y en los salones se practica sádicamente la humillación.»

ISBN978-84-339-7307-8
EAN9788433973078
PVP CON IVA8.9 €
COLECCIÓNCompactos
CÓDIGOCM 451
TRADUCCIÓNRubén Massera
PUBLICACIÓN07/01/2008
OTRAS EDICIONESContraseñas (CO 28)
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Saki

Saki

H. H. Munro (1870-1916) nació en Birmania, hijo del Inspector General de la policía británica. Su madre murió al poco de nacer él, por lo que fue expedido a Inglaterra al cuidado de dos viejas tías solteras, empeñadas en una infatigable guerra doméstica, que le amargaron la niñez. En esta infancia desdichada, apuntó Graham Greene, está la clave de la crueldad atildada que constituye la nervadura de casi todos sus cuentos: nadie como él maneja ese humor tétrico que otorga carta de trivialidad a lo horrible.

Foto (PDM) from The War Illustrated 31 July 1915