22/06/2017
Anagrama retoma su línea gráfica

En los años 80 se produjo una súbita efervescencia del cómic y del humor gráfico en nuestro país y muy concretamente en Barcelona, con muchas y bien diversas revistas y publicaciones, y que provocó incluso sonadas polémicas. Así, las que enfrentaron a la revista El Víbora, salvaje y underground con Nazario al frente, que representaba la “línea chunga”, y la revista Cairo, con un tipo de dibujo a lo Tintín, la “línea clara”. Fueron luchas enconadas que provocaron enemistades casi irreconciliables. Ramón de España, entre otras cosas guionista de cómics y asiduo conocedor del tema, recordó recientemente que yo había diagnosticado que así como en los años 70 los intelectuales se peleaban por el “caso Padilla” (que fue la primera grieta en el unánime procastrismo de la  intelligentsia de la época), en los 80 lo hacían por el “caso Tintín”. Dicha efervescencia se prolongó más o menos (menos que más) una década, desaparecieron muchas iniciativas y otras se reciclaban en el manga y el erotismo, nada que ver con la vivacidad anterior.

Anagrama había contribuido al contagioso entusiasmo con trece títulos bien   singulares, libres e irrespetuosos, nada acordes con las modas imperantes, que se agruparon en el catálogo bajo el rótulo «Cómics / Humor»entre 1981 y 1992.

Entre los primeros títulos figuraban ¡Vivan las mujeres!, del salvaje y erotómano  Reiser, y Las viejas putas del afilado y subversivo Copi, dos puntales de la extraordinaria Hara Kiri.

También cuatro libritos de Edward Koren, uno de los mejores dibujantes de la historia del New Yorker, con ¿Eres feliz? Y otras preguntas que se hacen los amantes y Precaución: música de cámara, así como otros dos acompañados por textos de la aguda Delia Ephron: Manual para comer como un niño y otras lecciones para no convertirse en un adulto y Romance juvenil o cómo morirse de vergüenza. También publicamos Cambios y Recambios, de la escritora y dibujante barcelonesa Núria Pompeia. Más adelante, cuatro libritos apaisadamente alargados y con títulos tan significativos como La caseta de Pavlov, de Ted Martin, Microfobia. Cómo sobrevivir a tu ordenador y ¡Todos en forma! Cómo sobrevivir al boom de la salud, ambos de Martin Honeysett, así como el tan políticamente incorrecto como desopilante Instrucciones para 101 usos de un gato muerto, de Simon Bond.

Tampoco podía faltar el gran Roald Dahl, autor de la casa, con su Puchero de rimas, ilustrado por Quentin Blake.

Y, como superstar, Elrayo inminente, un libro del campeón mundial del humor impasible, el genial Glen Baxter, entonces aclamado por un pequeño club de fans, entre los que me cuento, dispuestos a matar por el eximio Coronel Baxter, pero recibido con notoria perplejidad por la mayoría, como si se tratara algo así como de un alien.

Ahora, instigados por Silvia Sesé, retomamos bajo el rótulo de «Contraseñas Ilustradas» el camino del humor gráfico y empezamos, naturalmente,  con Glen Baxter y su último libro, Casi todo Baxter, una amplia compilación efectuada por New York Review Comic en la espléndida sección de libros de la New York Review of Books, la más prestigiosa revista cultural del mundo.

Jorge Herralde


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