Un infierno en el jardín
Un infierno en el jardín

Un infierno en el jardín

Qué le puede suceder a un poeta que, en su particular búsqueda de la famosa casa de la vida, de ese lugar ameno en el que sueñan quienes tienen tendencia a pasar noches en blanco y días a oscuras, tropieza, sin comerlo ni beberlo, con los ejemplares más conspicuos de una clase, casi casta, emergente y ramplona que salió de la nada camino del pelotazo pasando por el cazo, al arrimo de los últimos y más jacarandosos años de nuestra historia, unos personajes torvos que sestean y ponen interminablemente al fuego asaduras varias en una colonia de chaletitos adosados del extrarradio de una ciudad casi invisible, al tiempo que hace recuento de las últimas comisiones, pasas y opacidades varias...

Desde la estrecha y esquiva saetera de ese poeta que no sabe seguir el consejo de la tumba del cementerio viejo de Baltimore que, desde su lejanía de piedra y musgo, le dice: «Sé prudente en tus negocios, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúpulos», el lector asistirá a un estrepitoso desfile de bancarios fules y arrogantes que sólo piensan en llenar su alma de zacuto, especuladores natos que se creen el Ciudadano Kane redivivo, bobalicones varios, diputadillos del partido en el poder que suben y suben y luego bajan y bajan y bajan, como el místico cohete de Quevedo, poetas ilusos, pícaros, gorrones y sopistas, letraheridos radicalmente preocupados por la marcha constante del Universo Mundo, bobos entre los listos y listos entre los bobos, testigos falsos de vocación, ejecutivos de multinacional y, de paso, ebanistas del fraude, macarras en coche de precio, adolescentes camelletes por encima de toda sospecha, prohombres de ocasión que sueñan en voz alta con ir a Marbella a colarse de rondón en la juerga de un moro mientras a su alrededor ladran enloquecidos incontables perros, los focos halógenos persiguen improbables intrusos y los mandos a distancia hacen de las suyas...

Qué le puede suceder a un poeta al que los acontecimientos le demuestran que no es nada, nadie, menos que nada, ni siquiera el capitán Nemo, un náufrago metido en un barril, a merced del encrespado oleaje de su época y hasta la justicia le declara, resultando y considerando mucho, que no solamente es poco diligente en sus negocios, sino que desconoce por completo el abecé de los tiempos: que sin testigos falsos, aunque no hagan otra cosa que decir la verdad, no se puede ir a ningún sitio. 

A estas y a parecidas e improbables preguntas responde Un infierno en el jardín, la última y excepcional novela de Miguel Sánchez-Ostiz, uno de los mejores escritores españoles contemporáneos.

ISBN978-84-339-0999-2
EAN9788433909992
PVP CON IVA19.9 €
NÚM. DE PÁGINAS344
COLECCIÓNNarrativas hispánicas
CÓDIGONH 189
PUBLICACIÓN01/10/1995
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Miguel Sánchez-Ostiz

Miguel Sánchez-Ostiz

Miguel Sánchez-Ostiz nació en Pamplona en 1950. Es autor de las novelas Los papeles del ilusionis­ta (1982, 1990) (Premio Navarra de novela), El pasaje de la luna (1984), Tánger bar (1987), La quinta del americano (1987), La gran ilusión (1989) (VII Premio Herralde de Novela 1989 y Premio Euskadi de Literatura 1990), Las pirañas (1992), Un infierno en el jardín (1995), La caja china (1996), No existe tal lugar (1997, Premio de la Crítica) y La flecha del miedo (2000); así como de varios libros de poemas, del monólogo Carta de Vagamundos (1984) y de los libros de prosa ensayística y miscelánea La negra provincia de Flaubert (1986), Mundinovi (1987), Literatura, ami­go Thomson (1989), La puerta falsa (1991), Co­rreo de otra parte (1993), El árbol del cuco (1994), Veleta de la curiosidad (1994) (Premio Café Bre­tón, 1994), Pamplona (1994), El santo al cielo (1995), Las estancias del nautilus (1996), Palabras cruzadas (1998) y El vuelo del escribano (1999). 

Foto © Tejederas